domingo, 16 de junio de 2013

Corte 5

¡Buenas, visitantes!
Ya sé que dije que cada día subiría un nuevo corte de la historia y que me he retrasado un poco, pero como ya sabréis (porque creo que os lo he repetido varias veces por aquí como una pesada), éste era el último día de la Feria del Libro y he estado visitándola y despidiéndome hasta el año que viene.
Me encanta la Feria y me da penilla que se haya acabado, aunque reconozco que es una buena noticia para mi economía que se ha visto terriblemente dañada estos días:
 
Igual se me ha ido un poco de las manos...
En fin, a lo que iba. Hoy regreso para traeros un nuevo corte, el corte 5. Cada vez está más cerca el desenlace, así que estad atentos. Y dejad un comentario si podéis.
 
Corte 5: La clínica.
 -La transferencia del dinero ya ha sido tramitada. Comenzaremos en unos minutos, lo están preparando todo- les dijo una enfermera rubia y de piel blanquecina y perfectamente lisa. Les tendió una pequeña carpeta.- Mientras tanto podéis ir rellenando estos formularios, con la máxima sinceridad excepto… bueno, son documentos oficiales así que en los apartados que respectan a la edad estaría bien que contestarais… en fin… con…-
-¿Con creatividad?- probó Lucia. La enfermera sonrió de forma un tanto cortante y se fue.
Lucia cogió la carpeta y vio a la enfermera desaparecer hacia uno de los mostradores.
Antes de centrar su atención en los documentos, no pudo evitar lanzar una mirada circular al lugar donde se encontraba.
La clínica estaba bastante bien. Sawako no había mentido, todo parecía de lo más profesional y Lucia por fin estaba tranquila. Tenía la sensación de que todo empezaba a ir bien y que había logrado recuperar el control. Miró a su alrededor y todo parecía brillar.
Las paredes blancas, los mostradores, el tapizado de las sillas e incluso los cristales de los ventanales que mostraban la serena oscuridad del exterior.
La sala de espera era tranquila. Algunas personas esperaban su turno con paciencia junto a ellos y Lucia oía el rumor de otras conversaciones junto a un delicado hilo musical que parecía provenir de todas partes.
Se quitó el abrigo y la bufanda y los dejó a su lado para empezar a escribir.
-¿Estás nerviosa?- le preguntó Heiji. Ella levantó la mirada y se encogió de hombros.
-No. La verdad es que no- respondió. Heiji en cambio tenía las cejas fruncidas y los labios levemente apretados.- ¿Tú sí?-
-¿No te preocupa la operación?- le preguntó de seguido. Inclinado hacia delante se apoyaba en sus codos que reposaban a su vez en sus piernas. Movía los dedos en un temblor que podía ser voluntario o no.- Creo que habría sido mejor venir mañana, de día-
-¿Te preocupa que los médicos estén medio dormidos?- preguntó Lucia sonriendo. La broma no relajó a Heiji que se encogió sobre sí mismo en la silla.- No es una operación de verdad. Es una pequeña intervención sin importancia. Ya has oído lo que han dicho, sólo durará unas horas y podré irme a casa.-
-Dijeron “si todo salía bien”- recordó Heiji. Lucia ocultó una pequeña sonrisa ante los exagerados nervios de su novio. La verdad es que aquel era el primer momento en que se sentía realmente relajada en todo el día. Ni siquiera sentía al odioso presentimiento.
Se inclinó hacia delante y miró a Heiji.
-No te preocupes. Todo irá bien- le aseguró. Heiji la miró fijamente y Lucia le tendió una mano que él atrapó al instante.- En unas horas todo habrá terminado. Y todo estará bien.- Le apretó la mano y Heiji asintió. -¿Tú estarás bien?- Heiji volvió a asentir, muy serio y sin dudar.- Bien-.
Todo estaba bien. Por fin todo encajaba y parecía que el día estaba a punto de acabar de un modo lo bastante bueno como para desear que llegara el día siguiente.
Era extraño pero Lucia sentía una triste alegría que pesaba sobre ella y a la vez la hacía sentir ligera. Una felicidad culpable que nunca había sentido con esa intensidad. Supuso que sería algo normal dada la situación y evitó centrarse en ella.
Cuando se despertara por la mañana, todo volvería a ser normal y sería casi como si ese día no hubiese existido.
Se acercó a Heiji y le besó con suavidad. La dulzura natural de Heiji entró en ella y sirvió para mandar lejos todos los pensamientos desagradables.
Entonces, Lucia oyó una tos encima de su cabeza.
Cuando miró hacia arriba, una enfermera distinta a la anterior pero también rubia y de tez tersa como la seda le devolvió una mirada un tanto severa.
-¿Habéis terminado?- les preguntó.- Con los formularios- Lucia le tendió la carpeta. La enfermera comenzó a revisarla mientras chasqueaba la lengua.- Sabéis que si seguís así es posible que pronto nos veamos de nuevo.- Lucia ignoró el comentario y vio a Heiji desviar la mirada, avergonzado.- Está todo bien. Acompáñame-
Los dos se pusieron en pie a la vez pero la enfermera levantó una mano en dirección a Lucia.
-Sólo ella- dijo.- Tú puedes esperar aquí-
-¿No puede venir conmigo?-
-Los padres sólo pueden entrar en los partos. En este otro procedimiento, la política de la clínica es que se queden fuera.- Con cada comentario el tono de la enfermera iba volviéndose más duro y cortante, sonaba incluso severo. Lucia supo que sería imposible discutir nada con ella, así que se despidió de Heiji que prometió esperarla hasta que saliera.
-Tardaré varias horas- le dijo.- Sería mejor que te fueras a casa a dormir. Yo puedo volver sola a casa.-
-Ni hablar- dijo Heiji con firmeza. La cogió la mano y le dio un ligero apretón. Lucia sonrió y sólo le soltó cuando empezó a alejarse.
Siguió a la enfermera fuera de la sala de espera y en silencio. Entraron por un pasillo amplio e iluminado por intensos fluorescentes y del que Lucia no podía ver su fin.
Siguió los pasos de la mujer y según se alejaba sola y se iba acercando a la habitación donde realizarían la intervención, Lucia captó como las voces de la sala de espera se iban apagando poco a poco y la temperatura iba bajando cuanto más se adentraban en aquel pasillo. Alcanzaron unos relucientes ascensores que dejaron atrás y la luz empezó a decrecer. Se iba volviendo tenue pues la mayoría de bombillas estaban apagadas o parpadeaban.
Cada vez había más silencio pero por fin, la enfermera se detuvo y la indicó que pasara por una puerta que tenían a su derecha. Daba a una estancia blanca, con una camilla y una cortina extendida. Había algunos armarios también y un ventanuco que sólo mostraba el cielo nocturno.
-Quítate la ropa y espera aquí dentro. El doctor llegará enseguida para examinarte.- Lucia asintió y la enfermera salió a toda prisa sin dejarle hacer ninguna pregunta.
Lucia respiró hondo y empezó a desnudarse.
Se quitó el uniforme y las medias y lo dejó todo sobre la camilla. Decidió dejarse la ropa interior hasta que alguien llegara. En aquella sala hacia mucho más frío que en el resto de la clínica y sentía la piel de gallina por todo su cuerpo.
Se cubrió el torso con los brazos en un intento de sentir menos el frío, pero no resultaba muy eficaz. El frío le provocaba un cosquilleo desagradable en el estomago, así que se sentó de un salto en la camilla y empezó a balancear las piernas.
Hasta el suelo era de un blanco resplandeciente que parecía prometer soluciones fáciles y esperanzas abrumadoras. Lucia cogió un montón de aire y lo soltó de golpe mientras se frotaba los brazos.
De pronto, su falda vibró.
Buscó entre la ropa y descubrió que había olvidado dejarle el móvil a Heiji. En la pantalla aparecía el nombre de Rumi y Lucia se preguntó qué querría a esas horas. Estuvo a punto de colgar y apagar el móvil, pero en un impulso respondió.
-¿Qué pasa Rumi? Ahora no puedo hablar-
-Lucia-chan- no era la voz de Rumi.- Por fin te oigo…- era la voz pastosa y titubeante de la chica de la discoteca.
-¿Chizu?-
-Soy yo-le dijo.- Quería hablar contigo. Es muy importante, Lucia-chan.-
-Es que ahora mismo no es un buen momento, estoy… bastante ocupada- intentó explicar Lucia pero oyó una especie de gemido que sonaba a queja al otro lado del teléfono.
-Es muy importante. Me he dado cuenta de algo muy importante y tenía que decírtelo.- Lucia suspiró inquieta.
-¿De qué se trata?-
-He decidido ir ahora mismo a ver a mi padre y le voy a decir: “Papá ¿Por qué no te gusto?”- Lucia sacudió la cabeza.- Porque he pensado que no es justo. Todos los demás hombres pueden despreciarme si quieren pero mi padre no. Él no. No está bien. Los padres deberían querer a sus hijos pasé lo que pasé ¿No crees?- Lucia guardó silencio pero Chizu insistió.- ¿No lo crees, Lucia-chan? ¿No crees que un padre siempre debería querer a su hijo?-
-Supongo…- respondió a media voz. Sintió un latigazo en el estomago que casi le hizo dar un respingo.-… supongo que sí. Siempre que estén preparados para eso.-
-¡Claro! ¡Yo no pedí venir a este mundo!- exclamó Chizu. Se calló unos instantes.- Gracias Lucia-chan, eres muy buena amiga. Voy a colgar… creo que Rumi está saliendo del baño. Adiós- Y Lucia oyó un golpe, como si el móvil hubiese caído al suelo.
Ella colgó y dejó el teléfono sobre su ropa después de apagarlo.
Se quedó mirándolo con las palabras de Chizu rondándole hasta que dio un golpe con la mano en la camilla y de un salto se puso en pie. Seguía teniendo frío y nadie aparecía por allí.
¿A qué estaban esperando?
Empezó a pasearse por la habitación frotándose el vientre sin darse cuenta.  Cuando fue consciente de lo que hacía apartó la mano de golpe y se cruzó de brazos.
El cosquilleo era cada vez más intenso. En esa habitación seguía bajando la temperatura cada segundo que pasaba, así que Lucia se cubrió con la camisa del uniforme mientras se acercaba a la puerta para echar un vistazo.
Antes de que llegara a rozar el pomo oyó voces.
-Otra menor…- dijo una de las voces. Escuchó que alguien chasqueaba la lengua y Lucia pensó que se trataba de la enfermera rubia tan borde.
-¿Y qué?- dijo otra voz.
-Pues que yo conozco a muchas mujeres que no pueden tener bebés y por aquí no paran de pasar crías que se deshacen de ellos con toda la calma del mundo.- explicó la enfermera.- Ya sé que unas niñas como éstas no serían buenas madres, pero podrían tenerlos y darlos en adopción para la gente que no puede tenerlos. Eso sería mucho mejor en mi opinión.-
-No nos pagan para dar nuestra opinión- replicó la otra voz.- ¿Está lista la chica? Pronto vendrá el médico para “deshacerse del bebé”-
-¡Pero es cierto! ¡Otro pobre bebé que no nacerá!-
Pasaron caminando por delante de la puerta y Lucia logró ocultarse a tiempo para que no la vieran.
Se apoyó en la pared y escuchó las voces alejarse.
La respiración se le aceleró por el miedo a que la descubrieran y de pronto notó una arcada. Se llevó una mano a la boca y trató de respirar despacio. El estomago había comenzado su, ya bastante habitual, danza de las nauseas.
-No, para- susurró Lucia.- No me hagas vomitar ahora- Y sintió una nueva arcada, mucho más fuerte que le obligó a cerrar los ojos.- Basta, basta. Ya está bien. Esto no es justo. No sería una buena madre, ya lo has oído.- Otra arcada que casi la obligó a doblarse.- Oye, esto me gusta tan poco como a ti pero… - y entonces, Lucia captó su imagen en el ventanuco y se le cortó la voz.
¿Qué estaba haciendo? ¿Con quién estaba hablando?
 
Atravesó el pasillo en penumbras a toda velocidad hasta pasar los ascensores, siguió caminando haciendo un ruido horrible con sus zapatos y por fin vio la luz de la sala de espera. Llegó a la puerta, pero no se detuvo. Siguió avanzando sin aminorar su marcha y cruzó la sala de espera en pocos segundos.
Se plantó ante la salida después de dejar atrás el mostrador de recepción y salió a la calle. El frío la recibió y por una vez lo agradeció. Caminó aún unos cuantos metros hasta que vio la luz del letrero de la clínica extinguirse.
Entonces se detuvo. Se paró y se dedicó a recuperar la respiración mientras miraba hacia el suelo y se cubría el vientre con las manos.
No tardó en oír que pasos apresurados se acercaban a toda velocidad y una voz decía su nombre.
Heiji llegó corriendo, cargando con su bolso y su abrigo en las manos y con una profunda mirada de desconcierto.
-No he podido hacerlo- dijo Lucia antes de que Heiji le preguntara.-No he podido. Estaba sentada en ropa interior y estaba tranquila pero me ha llamado Chizu y me ha preguntado que si no pensaba que los padres debían querer siempre a sus hijos…-
-¿Quién es Chizu?-
-Y después las enfermeras… no dejaban de decir la palabra “bebé”. Yo no había pensado en él como un bebé, yo sólo pensaba en una célula o algo así. Algo sin importancia pero cuando han empezado a hablar sobre bebés me he imaginado uno. Y después tenía ganas de vomitar, llevo todo el día con ganas de vomitar y yo nunca vomitaba antes… y he pensado que a lo mejor era el bebé que me hacia vomitar porque era su manera de decirme que no le gustaba lo que estaba haciendo. Y a mí tampoco me gustan cosas que han hecho mis padres y nunca me han escuchado…-
Se detuvo cuando volvió a estar sin respiración. La cabeza le daba botes, como si palpitara con fuerza. Se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos con fuerza.
-No puedo matarle, Heiji- dijo al fin.- Ya he hablado con él, no puedo… lo siento.- Se atrevió a levantar la vista pero no supo interpretar la mirada de Heiji.
Esperó que le dijera algo, pero simplemente ladeó la cabeza y se acercó a ella para cubrirla con su abrigo.
-Está bien- le dijo. Lucia estaba demasiado nerviosa así que le apartó con un leve empujón.
-¡No está bien!- exclamó.- ¡¿Qué voy hacer ahora?! ¡Mi padre me matará! ¡Él se volverá loco!-
-No, no lo hará. Tu padre te quiere y lo entenderá- La agarró de los hombros y la miró muy serio.- Se lo explicaremos y tendrá que aceptarlo ¿De acuerdo? Lo más importante es que estaremos los tres juntos, pasé lo que pasé.-
Lucia quiso creer en lo fácil que parecía cuando Heiji lo decía así. Pero le sonaba a fantasía.
En cualquier caso, lo único que tenía claro en esos momentos era que no podía deshacerse del bebé. Así que fuera como fuera, había llegado el momento de enfrentarse a su padre.
Y si había llegado el momento de que su padre la viera tal y como era en realidad, tenía que enfrentarlo.
Se apoyó en Heiji, agotada mientras asentía con la cabeza. Heiji la rodeó con sus brazos.
-Tranquila, todo irá bien- le susurró. Igual de seguro de lo que ella estaba cuando le había dirigido esas mismas palabras un rato antes.- Vamos, te llevaré a casa. Descansa esta noche y mañana hablaremos con él.-
-No- dijo Lucia.- Tengo que decírselo hoy. Mañana podría echarme atrás otra vez.-
-Bueno, igualmente te llevaré a casa-
-Él no estará allí-
 
Bueno, visitantes. Sólo faltan dos para saber cómo acabará todo esto.
Hasta otra.^^


3 comentarios:

  1. Vale, muy bonito que quiera tener al bebé.. pero... ¿Qué pasa con la pasta??? ¿Los 15.000 yenes se pierden??? OMG!!!

    Sr. X

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  2. He sufrido lo que no está escrito con este capítulo !! :(
    Ay, estaba gritándole a Lucía que saliera de allí!!! Y me parece muy fuerte lo de las enfermeras, ellas son las que lo hacen y deberían cortarse un poco y disimular ya que es su trabajo, aunque al fin y al cabo han dado el empujón que necesitaba la chica, al igual que Chizu, que por poco llama después ¬¬
    Menos mal que llamó, en serio, y tiene toda la razón del mundo, su padre tiene que aceptarla tal y como es, y perdonarla si le ha fallado!! Y me imagino la cara de Heiji cuando le dice que no puede hacerlo, en plan: chachi! jajaja
    Que bien que se haya echado atrás, la verdad es que en su caso es lo correcto, por que no estaba segura y Heiji no quería.
    Me quedo con muchas ganas de leer el próximo! Un saludo, está genial!!^^

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  3. Jajajaja, ¿sufrir? Weno, supongo que ha habido momentos de tensión importantes, la verdad es que la cabezona de Lucía ha esperado hasta el último momento para terminar de decidirse...
    Wenoooo, pues ahora si que no te queda nada para el desenlace. Van a ver al papi de Lucia y no sabemos cómo se lo tomara al final, pero esto esta a punto de solucionarse.
    Me alegro de que te siga gustando ^^
    Hasta la próxima.

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