miércoles, 12 de junio de 2013

Corte 3

¡Buenos días, visitantes!
Os traigo la tercera entrega de Cortes. Espero que os este gustando (al uno o dos que lo estéis leyendo, con suerte). La tensión se incrementa para Lucía y Heiji, así que si quieres saber qué van a hacer a partir de ahora, sigue leyendo.
Y no te olvides de comentar con tu opinión.


Corte 3: El dinero.


Sólo había una farola que iluminara todo el callejón y la bombilla no dejaba de parpadear. Se iba a apagar.

Lucia se frotó las manos. Había olvidado los guantes en casa y hacía un frío horrible. Traspasaba las finas medias y la falda y se colaba en sus huesos haciendo que no pudiera estarse quieta. Con cada respiración veía su propio vaho flotar delante de su nariz y resplandecer de forma lánguida con el reflejo de la luz rojiza del cartel fluorescente de la discoteca que tenían delante.

El cartel se encendía y se apagaba. Se encendía y se apagaba. Lucia podía imaginar el ruido que ese edificio escondía en su interior y por eso le sorprendía la quietud que gobernaba aquel callejón.

La luna no brillaba y la luz rojiza del cartel cubría el suelo con una triste tonalidad que lo hacía parecer todo más sucio y desagradable.

La oscuridad se extendía hacia las profundidades del callejón. Alcanzaba a ver un par de cubos de basura y cartones con manchas extrañas que compartía con el suelo. Lo único que rompía el silencio eran los ecos de los pasos de los transeúntes que a lo lejos caminaban sin reparar en las dos figuras que esperaban bajo la luz parpadeante.

Se tapó aún más con la bufanda y miró hacia la puerta que estaba apostada a uno de los lados del edificio.

¿Por qué tardaba tanto?

Heiji y ella habían quedado allí con Sawako, una prima de Rumi.

Rumi les había contado en confianza que Sawako había tenido el mismo problema que ellos hacia unos años y que había podido solucionarlo sin contratiempos. Lucia no tenía ni idea de qué hacer, así que le había pedido a Rumi que quedara con su prima para que pudieran hablar y les contara como había sido su caso.

Su prima también iba a ir a la discoteca donde ellos, Rumi y sus amigos habían quedado. Y había aceptado verles, por eso la esperaban soportando el frío.

La farola se apagó definitivamente sin ofrecer ningún aviso previo. Lucia levantó la vista sintiendo un repentino escalofrío. Buscó la mirada de Heiji que hizo un esfuerzo por tranquilizarla, pero Lucia se dio cuenta de que fue incapaz de sonreírle.

Desde que habían hablado con Rumi y dejado el parque, la actitud de Heiji había cambiado.

Habían caminado hasta la discoteca el uno junto al otro, pero no él no había intentado cogerle la mano ni una sola vez. No había vuelto a sonreír y no habían cruzado apenas palabras.

¿Estaría muy enfadado con ella? ¿O estaría… decepcionado?

Lucia temía que Heiji estuviera cambiando su forma de pensar en ella.

Sabía que lo que había pasado no había sido justo para él. Lucia había tomado todas las decisiones y Heiji había tenido que aceptarlas sin estar de acuerdo, casi sin comprenderlo. Sólo porque era lo que ella le había pedido.

Lucia comprendía que no pudiera mirarla como antes…  pero ¿Y si no volvía a hacerlo?

-¿Tienes frío?- le preguntó Heiji interrumpiendo sus reflexiones. Lucia le miro y vio que él la observaba tendiéndole su abrigo y con una medio sonrisa escondida. Lucia se sintió culpable y bajó la vista.

-No, estoy bien- respondió.

Heiji asintió y se giró hacia la puerta de nuevo.

Lucia notaba el frío en la cara, en las manos, en las piernas pero sentía un extraño calor por dentro. Y un hormigueo desagradable que no podía ignorar.

¿Cuánto más pensaba tardar esa chica en aparecer?

Por fin, la puerta se abrió.

Una chica salió de ella junto a una nube de sonidos que rompieron el silencio y retumbaron en las desgastadas paredes del exterior.

Sonreía con los ojos brillantes, el pelo alborotado y coloretes en las mejillas. Parecía acalorada y de hecho, hizo una mueca al encontrarse de golpe con el frío polar de la calle. Se cobijó en el abrigo de plumas que portaba y les miró sin perder el buen humor.

-¿Sois los amigos de Rumi?- preguntó. Los dos asintieron.- ¡Sawako! ¡Encantada! Rumi me ha contado lo que os ha pasado. Debéis estar muy asustados pero no os preocupéis.- Lucia, sin embargo, sintió que el hormigueo crecía y se extendía hacia sus extremidades.- A mí me pasó lo mismo y no hubo ningún problema.-

-¿Ah no?- murmuró Lucia.- ¿No hay problemas para… para… detener esto?-

-¡Claro que no!- exclamó la chica.- Vosotros queréis abortar ¿no?- les preguntó. Ante eso Lucia sintió un latigazo y que la cabeza le daba vueltas por un momento. Ella nunca lo había dicho, ni siquiera lo había pensado, de esa forma tan directa. Oírlo de ese modo la hizo sentir malestar porque no era algo que ella quisiera… era lo que tenía que hacer. Miró a Heiji, pero éste había desviado la mirada al suelo. Así que tuvo que responder ella.

-Sí…-

-Lo tenéis claro ¿no?-

-Sí, muy claro.-

Heiji bufó y se dio la vuelta. Lucia sacudió la cabeza.

-¿Qué tenemos que hacer?- le preguntó a la chica con rapidez. De pronto, quería largarse de ese callejón cuanto antes. Cuchicheando en aquella oscuridad de algo secreto… se sentía como una delincuente.

-Id a esta clínica- dijo Sawako y le tendió un papel con una dirección.- Aunque el aborto es legal en Japón desde hace años, yo te recomiendo ésta. Es europea y no suelen hacer demasiadas preguntas.-

-Pero, será seguro ¿verdad?- preguntó Heiji acercándose de nuevo.- Es una clínica de verdad con médicos de verdad ¿no?-

Sawako se cruzó de brazos.

-Pues claro que es una clínica de verdad- respondió.- Es una clínica privada de un centro médico y todo es legal.-

Lucia suspiró aliviada y apretó con fuerza el papel que tenía entre las manos.

-Eso sí… ningún seguro médico cubre este tipo de cosas y al ser una clínica privada, os va a costar bastante- comento Sawako. Miró a Lucia de arriba abajo.-Además… tú eres menor de edad ¿no? En esa clínica no os pondrán problema a eso, pero el precio subirá.-

-¿Subirá a cuánto?- preguntó Lucía. Sawako frunció el ceño mirando hacia el cielo nocturno.

-Para ir seguros deberíais llevar al menos 15.000 yenes-

Y de nuevo, Lucia sintió esa sensación de vértigo que había sentido en la consulta del médico al conocer su embarazo.

¿15.000 yenes? ¿De dónde iba a sacar todo ese dinero? Era imposible que reuniera esa cantidad ella sola.

Apenas tenía 3.000 yenes y eso contando con todo el dinero que había ahorrado a lo largo de su vida.

Cerró los ojos y sintió que el presentimiento le bailaba en la tripa provocándole ligeras nauseas. Se pasó una mano por el estomago intentando calmarlas.

-¿Estás bien?- oyó la voz de Heiji a su lado. La miraba preocupado, pero ella asintió fingiendo calma.

-Sé que es mucho pero… los médicos de esa clínica son profesionales que podrían solucionarlo en unas horas, ni siquiera tendrías que quedarte hospitalizada un día entero como en otras clínicas y son de lo más discretos.- insistió Sawako. Nadie le respondió, así que se frotó los brazos y miró hacia la puerta.- Bueno, yo me voy. Mucha suerte.-

Y desapareció sin más.

Lucia se apoyó en la pared del edificio sintiendo el frío que desprendía a través del abrigo.

Tenía qué pensar… encontrar una solución. Porque tenía que haberla. Notaba la mirada de Heiji sobre ella y supo que iba a decir algo, pero entonces se le ocurrió una idea y casi de un salto de alejó de él.

Sacó el móvil y marcó un número apartándose un poco e internándose en la oscuridad.

Contó los tonos hasta que una voz adormilada contestó con cierta confusión.

-¡Abuela!- exclamó Lucia.- ¡Soy yo!-

-Hola, querida. ¿Qué tal por China?-

-Abuela, vivimos en Japón.-

-Es casi lo mismo ¿no?-

-Pues en realidad no. No es ni el mismo país…- Lucía sacudió la cabeza.- Oye necesito que me hagas un favor. ¿Podrías mandarme algo de dinero?-

-¿Dinero? ¿Ha pasado algo?-

-No, no. Es algo para mí y papá no quiere dejármelo. Todo está bien.-

Su abuela guardó silencio y Lucia volvió a contar los segundos hasta que la oyó respirar.

-¿Y cuánto sería?- Lucia hizo mentalmente la conversión de yenes a euros y le dijo la cantidad.- ¡Pero eso es mucho dinero! Yo no tengo tanto…- Su abuela le dijo una cantidad, pero en yenes no alcanzaba ni los 10.000.

-¿Y no podrías conseguir más de algún modo?-

-Podría pedírselo a tus tíos, pero me preguntarán que para qué es y yo no sé…-

-Bueno, no te preocupes- la cortó Lucia.- Tú manda a mi cuenta lo que puedas. Ahora allí es de día ¿no? Si puedes ir ahora mismo a hacer la transferencia sería genial.-

-Está bien, pero…-

-Gracias abuela. Adiós-

Y colgó el teléfono para volver junto a Heiji que la miraba confuso.

-Mi abuela me deja una parte- le informó.- Con eso y lo mío tengo unos 13.000 yenes… pero aún me faltan 2.000…-

-¿Tu abuela te lo deja sin más?-

-Se siente culpable y siempre me da todo lo que le pido.- Aunque Lucia no solía pedirle nada precisamente porque no le interesaba deber nada ni a su abuela, ni al resto de esa familia.- Ella animó a mi madre para que abandonara a mi padre y la ayudo a irse. A mi abuela nunca le gustó mi padre…- En realidad no quería pensar en eso. Tenía un problema mejor del que preocuparse - ¿Crees que será suficiente con eso?- Heiji se encogió de hombros.

No, claro que no sería bastante.

-¿De dónde podría sacar el resto?- se preguntó en voz alta. Podría sacarlo de la cuenta para emergencias que compartía con su padre pero en algún momento él vería el extracto y le haría demasiadas preguntas. Acabaría por descubrirlo. Entonces miró a Heiji que volvía a estar con la cabeza baja, aparentemente ausente.- Heiji… -la miró y Lucia respiró hondo.- ¿Tú podrías prestarme el resto?-

Vio como se formaba el inicio de una sonrisa en la boca de Heiji, pero en seguida se dio cuenta de que Lucia no bromeaba y todo su rostro se tensó.

-No. Claro que no- le dijo como si fuera algo demasiado evidente. Lucia esperaba esa respuesta pero empezaba a desesperarse.

-Sé que no estás de acuerdo con esto y que no te gusta la idea pero…-

-¡Claro que no me gusta!- exclamó Heiji de golpe. Lucia se calló por la sorpresa.- Me parece una idea terrible y me parece aún peor que me pidas ayuda para llevarlo a cabo cuando no has tenido en consideración mi opinión en ningún momento.- Lucia sabía que tenía razón y se sentía fatal por lo que estaba haciendo.- Una cosa es que tenga que aceptar esto por tu padre. Estaré contigo y no te dejaré sola, pero no te ayudaré a hacerlo. No te daré el dinero para que mates al bebé.-

-¡Qué no hay ningún bebé, Heiji!- replicó Lucia, nerviosa.

-¡Podría llegar a serlo si no pensarás matarlo!- respondió Heiji. Lucia trató de calmarse y manejar su tono de voz para no perder el control de todo lo demás.

-Heiji, entiendo que todo esto va contra tus creencias y lo siento mucho, pero tienes que entenderme…-

-¡¿Entenderte?! ¡No he hecho otra cosa que esforzarme por entenderte desde que nos conocemos! ¡A pesar de que tú no me has correspondido! Entiendo que te has criado en lugares donde no se piensa como aquí, entiendo que actúas y ves las cosas de forma distinta al resto de las chicas que conozco y eso me gusta de ti pero… esto no puedo entenderlo.- Heiji sacudió la cabeza.- Es sólo un bebé. Siento que eso vaya a arruinarte la vida pero… no puedo ayudarte a matarlo.-

Se quedaron en silencio, mirándose fijamente hasta que Heiji rompió el contacto, se dio la vuelta y comenzó a alejarse del callejón en dirección a la calle principal.

Lucia le vio alejarse y le vio hacerlo sin volverse ni una sola vez hacia ella. Cuando dobló la esquina y desapareció sintió al estúpido presentimiento dar pequeños pellizcos dentro de ella, como si protestara pero por encima de eso, sintió un golpe en el pecho que la dejó sin respiración. Y el frío, lacerante e intenso que la atravesaba con más fuerza como si tratara de sacarla volando de allí.

Cuando la puerta volvió a abrirse, Lucia seguía allí de pie mirando hacia la calle principal, sin ningún pensamiento en su mente.

-Luci-chan ¿Qué haces?- preguntó Rumi.

-Estropearlo todo como siempre- respondió ella. Rumi se acercó a su lado frotándose los brazos, pues había salido sin abrigo.

-¿Dónde está Heiji-Kun? ¿Os habéis peleado?- Lucia asintió y Rumi le rozó el brazo.- ¿Estás bien?-

-No. Creo que debería irme a casa…-

-¡No! Eso es lo peor que puedes hacer. Ven a dentro conmigo-

-No ¿Qué pinto ahora en una discoteca?-

-Vamos te ayudará a sentirte mejor-

La verdad era que volver a una casa que seguramente estaría vacía era lo último que a Lucia le apetecía hacer. Así que cuando Rumi tiró de ella hacia el interior, se dejó llevar.

 
¿Qué os ha parecido?
Nos vemos en la siguiente entrega de Cortes.
Hasta la próxima visitantes ^^

 

 

 

2 comentarios:

  1. Hola de nuevo!^^
    Ay madre, que no se pelee con Heiji, por favor, es complicado llevar hacia delante su situación pero él no ha dejado de mostrarle todo su apoyo en cada momento! Y es cierto que no está teniendo en cuenta su opinión en algo tan importante!!
    Pobre Lucía, era lo último que buscaba, y tengo pocas ganas de conocer a su padre! Tiene que dar mucho, mucho miedo, si está dispuesta a pagar toda esa cantidad de dinero con tal de que no se entere.
    En fin, por cierto, la chica esta, Sawako, podría tener un poquito de consideración con ellos, que menudo tacto tiene!!
    Buenísima historia, de veras, me está encantado y cuando empiezo a leerla no puedo parar! Ya tengo ganas de leer la siguiente parte!
    Un saludo^^

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  2. Lo sé!!!! quien puede pelearse con alguien tan mono y encantador como Heiji!?!?! Ayss, es que la situación es muy complicada y ya sabes eso que dicen de que las hormonas se vuelven locas cuando hay un bebe en camino...
    Lo del dinero... lo cierto es que no estoy muy segura si pasado a euros era tanto como parece porque intente buscar un conversor en internet y acabe un poco hecha un lio... asi que no se muy bien si equivale a 15000 euros o a 15, pero weno... nadie que entienda de yenes ha leído esta historia y no me han dicho nada, asi que...
    Ay la tal sawako... no me hagas mucho caso pero creo que iba un poco pedo...jajaja
    Me alegro de que te guste!!! a mi tb me tienes enganchada con la histo de Dallas y Carla, ahora más que han aparecido traidores y los malos han dado la cara!
    Nos seguimos leyendo!

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