domingo, 23 de junio de 2013

Cronica de la Feria del Libro de Madrid 2013

¡Hola amigos visitantes!

Hoy, en la sección biografía (la cual ha estado un poco abandonada últimamente) nos disponemos a contaros un acontecimiento reciente, tan reciente que no será necesario remontarnos hasta nuestra infancia tardía, sino que pertenece a nuestra "adolescencia tardía".

Como sabréis (y Ayi se ha encargado de que lo sepáis), todos los años, durante los meses de mayo y junio, se celebra en el retiro de Madrid una feria donde las librerías y las editoriales se reúnen para vender libros intentando compensar la escasez de ventas del resto del año, incrementada por la crisis y la piratería.

¡¿Cómo?! Pues tentándonos con autores famosos dispuestos a firmar nuestros ejemplares, marca páginas gratuitos allá donde mires y abanicos de cartón para combatir el calor.

Este año, decidimos visitar la feria dos veces (bueno, Ayi cuatro pero porque es una viciosa).

Nuestra primera visita fue el día 1 de junio y ambas teníamos dos objetivos claros: Ayi, encontrar a Javier Ruescas y Lyra, a Esther Sanz.

Empezaremos relatando la búsqueda de Ayi. Mientras paseábamos entre casetas y puestos de helado nos temíamos encontrarnos con una cola de gente interminable esperando por la firma y... así fue. Al menos las dos primeras veces que nos acercamos. Lógicamente, eso desalentó un poco a Ayi (debido a un profundo trauma con las colas de espera forjado en los parques de atracciones). Pero entonces, a la tercera vez que pasamos por allí, la mayoría de la gente se había esfumado, así que raudas y contentas por el golpe de suerte, nos pusimos a la cola.

¡Por fin llegó nuestro esperado turno! Ayi le entregó su ejemplar de SHOW que acababa de adquirir. Como aún no lo había leído no tenía demasiado que comentar sobre él, pero a Ayi (superando su ansiedad social natural de la que seguramente os hablemos en otras ocasiones) se le ocurrió alguna preguntilla para romper el hielo y Javier Ruescas, muy majo y simpático, se dispuso a responderla. Entonces, ocurrió algo bastante curioso: en mitad de su contestación le llegó un brote de inspiración y se le ocurrió algo del final del último libro de la trilogía PLAY (o al menos eso nos dijo) y de eso dejó constancia en la dedicatoria.
 
 
Añadimos la foto para que no podáis decir que nos lo hemos inventado, que ya sabéis que por este blog dejamos suelta nuestra imaginación.
Motivadas por este primer éxito, nos pusimos en marcha hacia nuestro segundo objetivo: Esther Sanz, autora de otra maravillosa trilogía.
De camino en su busca, nos encontramos con una conocida que nos dijo que la había visto unas casetas más allá, de modo que, emocionadas (sobretodo Lyra) hacía allí nos dirigimos. Pero cuando llegamos a la caseta nos desconcertó un poco el no encontrar parecido alguno entre las chicas que allí estaban firmando y la foto de la autora que exponían en la caseta.
Después de un rato, comparando y comentando el "no parecido" (bastante evidente, por otro lado) nos convencimos de que no era ninguna de ellas (más tarde nos enteraríamos  de que se había ido media hora antes, lo que tardamos en llegar a la caseta).
Pero Lyra es una chica fuerte que no se viene abajo por contrariedades de este tipo. Y por eso, la suerte le sonrió aquella tarde. En el camino de vuelta se encontró a otro autor que le gustaba: Glenn Cooper. Así que Lyra fue a comprar uno de sus libros para conseguir su firma, pero como somos chicas humildes (de momento...), tuvo que ir a buscar la edición bolsillo a otra caseta para después volver a la del autor.
Cuando nos aproximamos a él de nuevo, nos pareció que estaba un poco molesto, quizás porque no tenía ningún fan a la espera de firmas; lo cual, suponemos que debe hundirte un poco la moral, sobre todo si sabes que a unas cuantas casetas de distancia hay un tipo disfrazado de ratón que está triunfando.
Lyra dudó un poco antes de acercarse, pero cuando lo hizo y éste se percató de su intención, se le iluminó la cara ¡Por fin una fan! Aunque trajera un libro en edición bolsillo. La comunicación entre ellos fue escasa porque él hablaba en inglés, un idioma en el que Lyra tiene serias limitaciones. Pero se llevó su libro firmado que es lo que cuenta y la grata sensación de que había hecho feliz a un autor poco solicitado.
 
 
Y así terminó nuestra primera visita a la feria, con un éxito relativo pero contentas.
Sin embargo, lo mejor estaba por llegar (o eso nos pensábamos nosotras) porque teníamos planeado asistir a la feria una vez más para pasar allí todo el día.
Lo que nos lleva al 15 de Junio.
Al ponernos en marcha teníamos, a parte del evidente objetivo de comprar cuantos más libros mejor (en especial Ayi, aunque hay quien piensa que después de 4 visitas ya tenía suficiente), un segundo objetivo relacionado con las altas temperaturas que nos acompañarían todo el día: Lyra pretendía ponerse muy morena y Ayi, no morir deshidratada. Pero surgió un tercer objetivo un poco improvisado y fruto de una repentina inspiración (nos pasa mucho, por eso somos tan creativas).
Como sabréis, hace poco subimos la reseña de PLAY al blog y coincidía que ese día, el autor, Javier Ruescas, volvía a estar firmando allí y como pensamos que ya debía haberse olvidado de nosotras, decidimos acercarnos con el ejemplar de PLAY de Ayi para que se lo firmara (lo normal habría sido llevar primero PLAY y después SHOW y no al revés, pero Ayi no siempre hace las cosas de un modo convencional, normal o... lógico). Y aprovechando la firma, pensamos en hablarle de este, nuestro maravilloso blog y sugerirle que se pasara a leer la reseña tan interesante y entretenida que hicimos de su libro.
Para ello, utilizamos una táctica sutil, a la par que efectiva: introdujimos un papelito en el libro con la dirección de este blog. Y resultó una buena idea porque en el momento clave tanto Ayi como Lyra sufrimos un ligero ataque de timidez (algo que podía haber sido esperable en Ayi, pero no en Lyra) por el cual no se nos ocurrió NADA que decirle. Como podréis imaginar, esto generó un momento bastante incómodo... para nosotras. Esperamos que él no se diera cuenta, pues estaba distraído firmando el libro de Ayi. No obstante, Lyra sí que sospecha que se dio cuenta de algo.
En fin, cosas que pasan (a nosotras, al menos). La buena noticia es que se quedó con el papelito y tal vez, a pesar de todo, visite nuestro querido blog. En cualquier caso, como somos (en el fondo) unas chicas valientes, nos retiramos un poco bajas de moral.
Aún así, continuamos con nuestros planes para el resto del día.
Nos detuvimos a comer, cosa que siempre hace que te sientas mejor (incluso con semejante calor). Y tras la comida, surgió la primera complicación del día: encontrar una fuente donde rellenar nuestras botellas vacías de agua.
Señores de la Comunidad de Madrid, una sugerencia: pongan más fuentes en el Retiro porque es un parque ENORME, o al menos, pónganlas en lugares más a la vista porque, a esas horas y siendo víctimas de una incipiente deshidratación tuvimos que andar demasiado hasta dar con una fuente, para después descubrir que había una casi al lado del banco en el que habíamos estado sentadas.
Como estaba claro que necesitábamos descansar, regresamos a nuestro banco a la sombra. Durante unos minutos temíamos quedarnos dormidas (las dos habíamos tenido un día anterior bastante cansado) pero apareció algo que nos mantuvo despiertas: el Narrador Errante. Se trataba de un hombrecillo que mientras escuchaba música se dedicaba a recitar (a gritos, lógicamente) lo que dedujimos era la obra de Edipo (porque le oímos comentar algo de sacarse los ojos por castigo de los dioses). Cuando hubo terminado, incluso arrancó un aplauso espontáneo a unos chicos que le escuchaban desde el césped y a los que se acercó para deleitar con una improvisada charla sobre Shakespeare y los griegos.
El resto del día lo pasamos con relativa calma, visitando por última vez las casetas de la feria, comprando los libros que nos quedaban y despidiéndonos de ella hasta el año que viene.
Y esta ha sido nuestra experiencia en la feria del libro de Madrid 2013.
Esperamos que os haya gustado y que si os habéis reído, haya sido con nosotras y no de nosotras. En cualquier caso, aceptaremos vuestros comentarios.
¡Hasta la próxima!

 
 

 

miércoles, 19 de junio de 2013

Corte 7

¡Hola visitantes!
Por fin ha llegado el final de <<Cortes>>.
Ahora podréis saber el desenlace final de esta historia. Espero que si alguien la ha leído, le haya gustado.^^


Corte 7: Heiji.

 
<<Mis manos>> pensó Heiji cuando vio la piel blanca y estirada en torno a los reposa brazos de la silla. Los soltó y las movió hasta que sintió al calor de la sangre fluyendo a través de ellas.

Se puso en pie y se movió por la sala sin saber a dónde mirar o qué hacer.

Todo había sido tan rápido y caótico que sentía como si su cerebro todavía estuviera asimilando el principio.

<<Lucia ha tenido un accidente>> pensó una vez más <<Se ha caído por las escaleras>> continuó <<Ahora está en el hospital>> Se pasó una mano por los ojos cuando notó que éstos se le nublaban <<Tú estás en una sala del hospital esperando a los médicos>> Las manos estaban ya tan calientes que ahora le sudaban <<No sabes si está bien o si le ha pasado algo malo>>

Sacudió la cabeza y se acercó a un ventanal de cristal que daba al pasillo del hospital. Veía a los enfermeros y doctores pasar de aquí para allá ajenos a su dolor. Las lámparas amarillentas arrojaban una luz enfermiza sobre las camillas y los pacientes que se paseaban cargando con sus goteros.

Le llegaban sus gemidos y sollozos ahogados mezclados con los pitidos intermitentes de maquinas.

Se giró hacia la habitación sintiendo que la respiración empezaba a atragantársele en el cuello. Intentó aflojarse la corbata del uniforme para poder respirar y miró el resto de la habitación.

Vio batas a medio colgar en una silla que se arrastraban por el suelo, papeles desordenados por los rincones, una vieja televisión que sólo mostraba interferencias. Toda la sala estaba impregnada de ese olor típico de los hospitales que se le metía por la nariz y no dejaba pasar al aire.

Se apoyó en la mesa con una mano. El corazón le palpitaba tan fuerte que oía el eco de sus golpes en el pecho.

<<Me ahogo>> pensó asustado. El aire no llegaba a sus pulmones. No podía respirar. Le entró el pánico y creyó por un instante que iba a morir. Se resbaló hasta la silla y bajó la cabeza. Todo le daba vueltas.

<<Lucia… Lucia…>>

No. Tenía que aguantar.

¿Y si ella se despertaba y él no estaba? Tenía que estar ahí cuando ella se recuperara. Porque se recuperaría. Ella era fuerte, mucho más valiente que él así que… estaría bien.

Se centró en esa idea y trató de respirar. Se esforzó en coger aire y en condurarlo en su interior, se obligó a dejarlo salir todo lo despacio que podía. Y repitió la operación varias veces hasta que sintió que la sensación de ahogo empezaba a desaparecer.

-¿Te encuentras bien, chico?-

Heiji levantó la vista. Un médico acababa de entrar pero no se había dado cuenta. Asintió con dificultad y notó el rostro empapado en sudor helado.

-Soy el doctor Nakamura, he tratado a Lucia- le indicó.

-¿Está bien? ¿Cómo está ella? ¿Se pondrá bien?- El doctor abrió más los ojos, sorprendido y levantó las manos.

-Está bien- respondió a toda prisa.- Lucia ha sufrido un golpe en la cabeza y perdió el conocimiento pero fue bastante superficial. Le hemos hecho pruebas y el cerebro está bien. Pronto despertará.- Heiji suspiró y dejó su cuerpo colgando de la silla. Se frotó el rostro, el pecho todavía le dolía pero el corazón le estaba dando una tregua.- Debido a la caída los peores golpes han ido a parar a las costillas y a la espalda, pero afortunadamente no tiene nada roto.-

Heiji sonrió. Estaba bien… estaba bien… Levantó la vista, algo más tranquilo.

-¿Cómo está el bebé?- preguntó.- Lucia está embarazada.- El doctor se tocó el cuello mientras se sentaba en la mesa frente a él.

-Lo sé. Da la casualidad de que Lucia vino esta mañana a por los resultados y yo mismo le di la noticia- le dijo. Se removió en la silla y miró al chico que tenía frente a sí. Dudó, pero en seguida recompuso su expresión de seriedad.- Lo siento. Pero al caer también se golpeó el vientre y el bebé… no ha podido resistirlo. Era muy pequeño.-

Heiji sostuvo la mirada del médico hasta que la idea caló en su cerebro y tuvo que apartarla. El bebé… después de todo lo que había ocurrido, el bebé ya no estaba.

No podía creerlo.

-Pero ¿Qué ha pasado?- preguntó Heiji.- ¿Cómo ha podido pasar esto?-

-La policía tiene a un testigo que dice que alguien empujó a Lucia por las escaleras- le reveló. Heiji dio un respingo.

-¿Qué alguien la empujó?- repitió.- Pero, no… no es posible. ¿Quién haría algo así? ¿Por qué?-

-Al parecer Lucia se paró en mitad de las escaleras, donde éstas hacían una curva y otra persona bajaba a toda velocidad. Chocaron y Lucia cayó al no poder mantener el equilibrio. Los policías creen que fue un lamentable accidente.-

¡¿Lamentable accidente?!

-Pero ¿Quién lo hizo? ¡¿Quién fue?!- exclamó Heiji furioso.

-El testigo no está seguro pero…-

-¡Pero ¿Qué?!-

-Cree que se trataba de otra joven. De pelo oscuro que le tapaba parte del rostro.- Contó el médico.- Cuando Lucia cayó, la joven se asustó y salió corriendo hacia un ascensor. El testigo fue a socorrer a Lucia así que no la vio bien.- Heiji volvió a apretar los reposa brazos pero con los puños y de pura ira. No podía creer lo que oía… El doctor le observó y se inclinó sobre la mesa en su dirección.- Escucha, debes de sentirte muy mal por ese bebé pero, ya no se puede hacer nada. Lo importante es que Lucia se recuperará pronto.-

Heiji tardó en reaccionar. La ira le consumía y no estaba acostumbrado a esa clase de sentimientos. No sabía cómo manejarlos. Sentía que la sangre le hervía y era más fuerte eso que la tristeza que el odio aplastaba en su interior.

Pero intentó serenarse. Pensó en Lucia. Sola y tendida en una cama de hospital y esperándole a él y sin saber nada de lo que había ocurrido.

-¿Cuándo podré ver a Lucia?- preguntó Heiji.

-En cuanto despierte- respondió el doctor.- Te avisaré yo mismo.- se puso en pie y Heiji le imitó. Le sacó de la habitación y le condujo hasta la sala de espera.- De verdad que lo siento- le dijo antes de marcharse.

Heiji asintió y le vio alejarse despacio. Y no supo por qué, no pudo apartar la vista hasta que se perdió entre los otros médicos y enfermeras que por allí deambulaban.

Miró la hora por primera vez en toda la noche. Sólo eran las dos de la madrugada. Esa noche se le había hecho eterna… y le asustó pensar que aún no había terminado. Heiji hubiese preferido mirar por la ventana y ver al sol despuntar.

Estiró el cuello y los brazos y se acercó al mostrador de recepción para preguntar si le dejaban hacer una llamada.

 
Fue corriendo por el pasillo, pero se cuidó de abrir la puerta de la habitación con cuidado. Asomó la cabeza por el hueco y vio la cama al otro lado. Entró en silencio, caminando despacio y fijándose en todo para no tropezar con nada.

Se acercó al borde y vio a Lucia tumbada hacia la ventana. Cuando estuvo lo bastante cerca de ella, Lucia debió oírle, porque lentamente se giró hacia él.

Tenía el rostro pálido y una venda en la frente. Heiji sintió un escalofrió al verla, pero forzó una sonrisa para no asustarla.

-Hola- le dijo.- ¿Cómo te sientes?-

-Dolorida- respondió con la voz ronca.- Tanto como si hubiese bajado rodando cuatro plantas.- Esbozó una medio sonrisa y Heiji intentó reprimir una risotada por la emoción de oírla hacer bromas.

-Los médicos dicen que te pondrás bien en seguida- le dijo.- Y sólo bajaste rodando una planta.-

-Lo dices como si eso no fuera suficiente impresionante- replicó ella. Trató de incorporarse un poco sobre la almohada.- Heiji… ¿Cómo está el bebé?-

La sonrisa de Heiji se borró de golpe y desvió la vista sin querer. La furia había desaparecido del todo así que había dejado el camino libre a la tristeza.

-El bebé…-

-Ya no está ¿verdad?- Heiji la miró con preocupación. Lucia cerró los ojos un instante para volver a abrirlos.- Lo sé. Ya no… noto ese presentimiento- Heiji no comprendió sus palabras pero le rozó la mano que tenía sobre las sabanas.

-Lo siento-

Lucia sacudió lentamente la cabeza.

-No lo entiendo- murmuró. Parpadeó y los ojos le brillaron fugazmente.- Ayer ni siquiera sabía que lo tenía y hace unas horas, ni siquiera lo quería. ¿Por qué ahora me siento tan mal?-Las lagrimas rodaron, silenciosas desde sus ojos hasta su barbilla. Lucia no se inmutó, parecía no darse cuenta de que lloraba.- ¿Por qué, Heiji?-

-No lo sé- respondió con sinceridad. La vio hacer una mueca de dolor y cerrar los ojos de nuevo intentando parar las lágrimas pero sin lograrlo. Sentía como el corazón se le rompía en mil pedazos con sólo mirarla.- Será verdad eso de que… sólo sabes cuánto te importa algo si lo pierdes.-

Finalmente, el llanto irrumpió en su cuerpo sacudiéndole mediante convulsiones. Lucia se cubrió el rostro con las manos y lloró en silencio.

Heiji se quedó mirándola, también sin hablar. No pudo acercarse a ella porque algo en su modo de llorar le decía que no sería capaz de consolarla.

El llanto de Lucia se prolongó, puede que no durante tanto tiempo como a Heiji le pareció. Se sentía tan impotente que los segundos pasaban ridículamente lentos.

Cuando por fin Lucia se serenó, Heiji le preguntó por el accidente, pero fue inútil. No recordaba nada excepto una figura sin rostro que se abalanzaba sobre ella en la escalera.

Puede que fuera mejor para ella conservar el menor número de recuerdos sobre aquello.

Lucia logró sentarse en la cama y con una expresión extraña, se atrevió a preguntar:

-¿Dónde está mi padre?-

-No te preocupes, le he avisado y viene de camino- Lucia frunció el ceño.

-¿En serio?- Bajó la vista hasta sus manos que jugaban con el borde de la sabana.- Creí que habría venido con nosotros teniendo en cuenta que me caí en su empresa.-

-Pero él no estaba allí- Lucia dio un respingo, confusa.

-¿Ah no?-

-Claro que no. Me costó un poco contactar con él porque lleva horas buscándote. Regresó a vuestra casa y se preocupó de que no estuvieras allí. Dijo que ha intentado llamarte pero tienes el móvil apagado. Le conté lo ocurrido, más o menos y se alegró de que estuvieras bien, me dijo que enseguida estaría aquí.-

Lucia parecía sorprendida y hasta descolocada, una reacción que Heiji no terminaba de comprender.

-¿Estaba… preocupado por mí?-

-Pues claro-

Lucia se quedó callada mirando a un punto indefinido. Sus cejas se arquearon y una sonrisa lenta acudió a su rostro, como si acabara de descubrir un secreto.

¿De verdad Lucia dudaba del amor de su padre?

Nunca lo había tenido claro, pero esa reacción no dejaba lugar a dudas. Ahora entendía porque le preocupaba tanto contarle lo del bebé.

En ese momento, la puerta se abrió y un hombre alto, trajeado y con una mirada de preocupación que le añadía varios años más a su apariencia, entró y miró a todas partes con urgencia.

-Papá…- susurró Lucia. Su voz sonó débil y trémula. Heiji nunca la había oído hablar de ese modo y le extrañó.

-Lucia- dijo el hombre. Y sus ojos se agrandaron al mirarla. Avanzó por la sala en dirección a la cama y Heiji se puso en pie de un salto para quitarse de en medio.

-¿Estás bien? ¿Cómo te encuentras?- preguntó su padre. Lucia le miraba confusa, casi fascinada como si no le reconociera del todo.

-Estoy bien- respondió después de varios segundos.

Padre e hija se contemplaron como si hiciera años que no se veían. Era extraño observarlos.

-Los médicos dicen que se recuperará enseguida- explicó Heiji al ver que nadie parecía dispuesto a hablar.

El padre de Lucia se giró hacia él. Le escrutó con sus ojos oscuros y le tendió la mano. Heiji la cogió preparado para estrecharla, pero el hombre tiró de él y le abrazó con fuerza durante unos segundos, un tanto incómodos.

Heiji alcanzó a ver la mirada de sorpresa de Lucia desde la cama. Lo que él sintió se alejaba de ese sentimiento y se acercaba más al terror.

El hombre le soltó del mismo modo brusco y entonces sí, le estrechó la mano.

-Tú has cuidado de mi niña. La has traído aquí, no te has apartado de su lado.- le miraba con tanta intensidad que Heiji estuvo a punto de bajar los ojos.- Gracias. Muchas gracias. Jamás podré pagarte lo que has hecho.-

Heiji estaba tan abrumado que primero tuvo que soltar una gran cantidad de aire, para después hablar.

-No habría podido hacer otra cosa-

El padre de Lucia le puso una mano en el hombro y le dio un apretón.

Después volvió a centrarse en su hija. Y Heiji se dio cuenta de que aquel era el mejor momento para salir a dar una vuelta por el hospital.

Se despidió de los dos y se dirigió a la puerta.

Salió al pasillo y aunque ese olor desagradable de hospital llenó su nariz cuando respiró hondo, le resultó totalmente liberador. Como si fuera la primera bocanada de aire de una mañana precedida por una noche de pesadillas.

Esto ha sido todo.
Nos vemos el domingo con una nueva historia en la sección Biografía.
Hasta la próxima, visitantes.
 

 

lunes, 17 de junio de 2013

Corte 6

¡Feliz lunes, visitantes!
Como toca, os traigo el corte 6 de nuestra historia. No queda nada para que acabe y como hace tiempo me prometí que no volvería a dejar a nadie leer nada que no estuviera acabado, mañana os colgaré el desenlace.
Si alguien la ha estado siguiendo, espero que le haya gustado.


Corte 6: La extraña.

Sólo con acercarse, las puertas se abrieron de par en par y dejaron el camino abierto al amplio hall de las oficinas.

Lucia y Heiji entraron cogidos de la mano y observaron el espacio tan espléndido y enorme que se abría ante ellos.

Las oficinas del padre de Lucia reflejaban el lujo y la elegancia típicos de un hotel de cinco estrellas sin serlo. Lucia observó la expresión de asombro de Heiji. Ella ya estaba acostumbrada.

-¿Seguro que seguirá trabajando a estas horas?- le preguntó. Ella asintió sin atisbo de dudas.

-Por ese pasillo están las escaleras y los ascensores. El despacho de mi padre está arriba del todo.-

-Bien, vamos- dijo Heiji y echó a andar, pero Lucia tiró de él y le hizo parar.

-¿Te importa si voy sola? Creo que prefiero hacerlo así, además… tenemos una conversación pendiente desde hace tiempo.- Heiji dudó, pero finalmente aceptó que fuera sola.-De todos modos, tú quédate cerca de la puerta por si tenemos que salir corriendo.- bromeó. Heiji sostuvo una carcajada y le sonrió de forma amplia.

-Suerte- le dijo.

Lucia le dijo adiós con la mano y salió del hall.

Fue directa a los ascensores y pulsó los botones. Por desgracia, uno estaba estropeado y los otros dos estaban parados en las plantas superiores. Esperó un poco, pero ninguno se movió.

<<Genial. Tengo que subir hasta la séptima planta>> pensó con fastidio.

Fue hasta las escaleras y comenzó el ascenso.

Al principio subía los escalones con normalidad pero cuando hubo dejado atrás los rellanos de la primera y la segunda planta, empezó a ir más despacio.

Su cerebro había intentado ordenar las palabras que pensaba decir, pero todo provocaba que apareciera en su mente el rostro enfurecido de su padre. Tal vez no valía la pena intentar organizar un buen discurso, probablemente cuando lo tuviera delante se quedaría en blanco.

A cada peldaño que subía se sentía más cansada, los músculos le tiraban como si hubiese corrido varios kilómetros y el cosquilleo que le acompañaba desde la clínica se había convertido en un dolor que parecía perforarle el estomago.

Se quedó sin respiración al llegar al rellano de la tercera planta y le costó muchísimo llegar al de la cuarta. Tuvo que pararse y apoyarse en la pared mientras se sostenía el vientre que no dejaba de revolverse.

-Tranquilo- susurró.- No pasa nada- Pero el presentimiento se había vuelto loco y le estaba destrozando por dentro. ¿Sería el pánico que sentía? Después de todos los estados que había experimentado en ese día interminable, ahora era cuando verdaderamente estaba aterrada.

-¿Se encuentra bien, señorita?- le preguntó un joven conserje que pasaba por allí. Lucia se separó de la pared mientras se pasaba una mano por la frente para secar el sudor.

-Sí, estoy bien-

El conserje se puso a barrer el rellano y ella se dirigió a las escaleras. Empezó a subir mientras se masajeaba el vientre para intentar aliviar los pinchazos, pero cuando iba por la mitad tuvo que detenerse para respirar de nuevo.

Se sujetó a la barandilla y bajó la cabeza mientras respiraba hondo.

¿Qué le estaba pasando? Tenía que calmarse… oía los latidos veloces de su corazón en sus oídos, como un tambor acelerado. Golpes rápidos que cada vez oía más fuerte y más cerca.

Entonces, Lucia se dio cuenta de que no era sólo su corazón lo que estaba oyendo. Eran pasos. Cuando levantó la vista, sólo alcanzó a ver una figura tan encima de ella que fue como si una sombra saltara sobre ella y la cegara. Sintió el golpe contra su cuerpo y que perdía el equilibrio. Intentó apretar la mano que se sujetaba a la barandilla, pero no pudo soportar el peso y se soltó.

Se sintió caer hacia atrás y que el corazón le daba un vuelco. Los ojos se le cerraron por inercia y el vértigo fue completo hasta que sintió el golpe y después, la sombra creció hasta que no quedó nada a su alrededor.

Nos vemos mañana para desvelar el final
Hasta entonces ^^
 

 

 

domingo, 16 de junio de 2013

El terreglacán

¡Hola de nuevo queridos visitantes!
Os traigo un nuevo sueño que tuve hace unos días y que Lyra ha tenido a bien en interpretar.
Espero que entre todos podamos sacar alguna conclusión a todo esto.
Aquí tenéis:

El terreglacán

 
Ha llegado el momento de que Lyra interprete otro de mis extraños sueños. Espero que tenga a mano su diccionario freudiano porque éste ha sido de los más raros que jamás he tenido.
Ahí va.
Este sueño empieza (sigue y termina) en un lugar extraño y desconocido. No tengo ni idea de qué sitio era; podía haber sido la Tierra, otro planeta o incluso Narnia. Bueno, podemos descartar Narnia porque no recuerdo haber visto animales parlantes por allí, además creo que el escenario tenía un cierto aire futurista.
Se trataba, seguramente, de uno de esos futuros horribles en los que se palpa la cercanía de un apocalipsis nada más asomarte por la ventana recién levantado.
En el sueño, estaba yo y un señor sin rostro que, a pesar de ese detalle, hacia el papel de mi padre.
"Papá" trabajaba en lo que parecía ser el gobierno de ese extraño futuro-espacial (Sí, todos vestían trajes sacados de alguna serie tipo star trek). Lo que más recuerdo de mi vestimenta espacial son unos extraños guantes como de seda que me cubrían las manos, pero no los dedos (ya llegaré a la parte donde se aclara porque me acuerdo justo de ellos).
Resulta que, tal y como todo el mundo se olía por allí, ese mundo tenía los días contados, pues había algo que se acercaba peligrosamente rápido y con intenciones letales hacia ese pequeño mundo. Creo que era algún tipo de catástrofe natural tipo huracán, terremoto o glaciación, pero no me acuerdo de cuál así que diremos que se trataba de un "Terreglacán".
El "Terreglacán" se acercaba y los peces gordos de este mundillo se enteraron (mi "papá" al parecer estaba entre ellos) y como suele pasar en casos similares, en lugar de concentrarse en buscar algo capaz de salvar a toda la civilización, se dedicaron a encontrar el modo de mantener con vida sólo a unos cuantos, a la élite, se podría decir. Y por lo visto, mi "Papá" y yo formábamos parte de dicha élite (Eh, no me miréis mal que esto se hace así en cualquier película de catástrofes que consultéis).  Y aunque no lo creáis, lo más extraño del sueño viene ahora.
Los que íbamos a salvarnos, estábamos en una especie de pabellón con una maleta, supongo que, esperando instrucciones. A mí, no sé por qué, me tocó en el grupo de los niños (al menos había críos por todas partes). Lo que me hace pensar que quizás en el sueño volvía a ser una niña aunque no me daba cuenta... o tal vez me dejaron allí para ahorrarse una niñera.
En fin, el "terreglacán" estaba casi ahí mismo, así que nos dieron (y esto es lo que menos entiendo de todo, Lyra, espero que me orientes) algo que podría salvarnos de él y que se parecía sospechosamente a un trozo de papel con un adhesivo por uno de los lados.
Si ni yo, ahora como adulta, entiendo cómo iba a salvarme un trozo de papel pegajoso de un "terreglacán", la yo niña del sueño muchísimo menos. No dejaba de mirarlo, de darle vueltas y de estirarlo hasta que, sin querer, lo rompí. No me pareció demasiado grave en el momento, pero sí lo era.
De repente, empezó a sonar una alarma y vi que todo el mundo se colocaba la pegatina en el cuello (y eso parecía tranquilizarles mucho, la verdad). Yo busqué a "papá" para decirle que... alguien... había roto la mía y él se puso totalmente histérico.
Corrimos a toda prisa por aquel edificio hasta que encontramos a un tipo muy extraño (a pesar de su ropa espacial ultra-moderna seguía teniendo aspecto de shaman) y mi "papá" le contó lo que había pasado.
Recuerdo que a partir de ese momento, tanto mi "papá" como el señor shaman comenzaron a hablar de un modo muy extraño y tuve que deducir todo el contenido de la conversación. Mi "Papá" le explicó el accidente de la pegatina y el shaman le respondió que la única manera de salvarme del "terreglacán" era meterme en la enfermería, que debía ser la zona más resistente del edificio (pregunta: ¿por qué no construyeron todo el edificio de ese material?).
Retomando el sueño... mi única salvación era la enfermería, y por tanto, necesitaba estar herida para que me permitieran entrar. Y el señor Shaman, que demostró tener una velocidad mental muy bien disimulada por su aspecto, decidió que lo más fácil era dislocarme un dedo, o romperlo en su defecto. Y le pareció tan genial idea que cogió mi mano dispuesto a ello.
Pero claro, yo aparté la mano por instinto varias veces. Aunque sabía que era un dedo roto o acabar aplastada, congelada o volada por el "terreglacán", no fue una decisión fácil debido a mi baja tolerancia al dolor físico.
Al final, mi sentido común afloró y le di mi mano al shaman. Lo último que recuerdo es estar mirando fijamente la mano enguantada mientras él se preparaba para romperme mi querido dedo pulgar...
Por suerte, antes de que lo hiciera, desperté. Así que supongo que fue un final más o menos feliz.
Bueno Lyra, te deseo mucha suerte.
 Yo siempre tengo a mano el diccionario de los sueños Ayi, soy algo parecido a Doraemon, solo que sin ser azul, no me sienta nada bien el azul.
Bueno, empecemos, como es costumbre, por el principio. Lo primero que me llama la atención en tu sueño es que el papel de tu padre sea interpretado por alguien sin cara, algo siniestro ¿no? Según nuestro amigo Freud soñar con un padre significa protección y seguridad y que quizá deberías ser más autosuficiente en la vida real. Es que eso de que te lleven a hacer pis de la mano Ayi, no es de niñas mayores como nosotras. También puede significar que se avecinan problemas y necesitaras los consejos de alguien con experiencia como puede ser un padre. Por eso que dicen de que los padres lo saben todo, todo y todo, como la niña del anuncio de los seguros (¿eran seguros no?)
Ahora, me encanta el hecho de que tu padre trabaje para el gobierno, nada de ser un jardinero o un dependiente no, si soñamos, lo hacemos bien. Con clase.
Respecto al hecho de que tu adorable subconsciente quiera mandarnos a todos al otro barrio, solo diré que deberías dejar de ver películas fatalistas, ya sé que están muy de moda por esto de que nos estamos cargando el planeta y tal, y que tu mente tiene que consolarse haciéndote creer que en caso de destrucción del planeta tu tendrías boleto hacia otro mundo gracias a tu papá sin cara.
Quiero hacer hincapié en eso de que te pusieran en el grupo de los niños. Vamos a ver Ayi, yo te quiero mucho ya lo sabes, pero no hace falta preguntarse el por qué a este suceso, seguramente mides lo mismo que median todos esos niños y te metieron en el mismo saco así sin más. Que yo te lo digo con todo cariño del mundo y el medio centímetro escaso que te saco.
Bien, me pides que te oriente en lo del papel con adhesivo…comúnmente conocido como pegatina. Pues mira, si estabas en una especie de mundo futurista quien sabe, igual la pegatina te pasaba información valiosa al contacto con la piel, o simplemente era un chip para tenerte controlada, o simplemente al loco que había organizado todo eso de la huida de la élite le parecía guay eso de que llevarais pegatinas, y el que no se la pusiera, o la rompiera como es tu caso, pues que le den, aquí te quedas a morir con los menos afortunados que no teníamos enchufes en el gobierno.
Respecto al shaman moderno y a tu papá sin cara hablando en marciano, pues solo decir que me parece muy pero que muy mal que no hubieran dicho a más gente que la enfermería era una super fortaleza que ni un super Terreglacán podría destruirla. Y que encima después de que te confían a ti ese secreto no eres capaz ni de sacrificar un dedo… muy mal Ayi, primero la pegatina y ahora te niegas a autolesionarte para salvarte, tú lo que quieres es morir, está muy claro. Lo estás pidiendo a gritos.
Y mi evaluación final de todo esto es que parece ser que prefieres morir de una forma más rápida que partiéndote huesecillos del cuerpo uno a uno, ¿me equivoco?
Pero, pero ¿Por qué tanto odio, Lyra? Yo te pido ayuda con mis paranoias nocturnas y tú las usas para dejarme de pena: primero que si una egocéntrica, ahora que si una niña bajita que quiere morir... ¡Muy mal, Lyra! ¡Tú sabes que te habría colado en el grupito guay si hubiese podido! Bueno, ahora quizás no.
En fin, visitantes, si alguien tiene alguna teoría un poco más benévola que la de mi supuesta amiga Lyra puede hacérmela llegar por medio de un comentario, como siempre.
Hasta otra^^
 

Corte 5

¡Buenas, visitantes!
Ya sé que dije que cada día subiría un nuevo corte de la historia y que me he retrasado un poco, pero como ya sabréis (porque creo que os lo he repetido varias veces por aquí como una pesada), éste era el último día de la Feria del Libro y he estado visitándola y despidiéndome hasta el año que viene.
Me encanta la Feria y me da penilla que se haya acabado, aunque reconozco que es una buena noticia para mi economía que se ha visto terriblemente dañada estos días:
 
Igual se me ha ido un poco de las manos...
En fin, a lo que iba. Hoy regreso para traeros un nuevo corte, el corte 5. Cada vez está más cerca el desenlace, así que estad atentos. Y dejad un comentario si podéis.
 
Corte 5: La clínica.
 -La transferencia del dinero ya ha sido tramitada. Comenzaremos en unos minutos, lo están preparando todo- les dijo una enfermera rubia y de piel blanquecina y perfectamente lisa. Les tendió una pequeña carpeta.- Mientras tanto podéis ir rellenando estos formularios, con la máxima sinceridad excepto… bueno, son documentos oficiales así que en los apartados que respectan a la edad estaría bien que contestarais… en fin… con…-
-¿Con creatividad?- probó Lucia. La enfermera sonrió de forma un tanto cortante y se fue.
Lucia cogió la carpeta y vio a la enfermera desaparecer hacia uno de los mostradores.
Antes de centrar su atención en los documentos, no pudo evitar lanzar una mirada circular al lugar donde se encontraba.
La clínica estaba bastante bien. Sawako no había mentido, todo parecía de lo más profesional y Lucia por fin estaba tranquila. Tenía la sensación de que todo empezaba a ir bien y que había logrado recuperar el control. Miró a su alrededor y todo parecía brillar.
Las paredes blancas, los mostradores, el tapizado de las sillas e incluso los cristales de los ventanales que mostraban la serena oscuridad del exterior.
La sala de espera era tranquila. Algunas personas esperaban su turno con paciencia junto a ellos y Lucia oía el rumor de otras conversaciones junto a un delicado hilo musical que parecía provenir de todas partes.
Se quitó el abrigo y la bufanda y los dejó a su lado para empezar a escribir.
-¿Estás nerviosa?- le preguntó Heiji. Ella levantó la mirada y se encogió de hombros.
-No. La verdad es que no- respondió. Heiji en cambio tenía las cejas fruncidas y los labios levemente apretados.- ¿Tú sí?-
-¿No te preocupa la operación?- le preguntó de seguido. Inclinado hacia delante se apoyaba en sus codos que reposaban a su vez en sus piernas. Movía los dedos en un temblor que podía ser voluntario o no.- Creo que habría sido mejor venir mañana, de día-
-¿Te preocupa que los médicos estén medio dormidos?- preguntó Lucia sonriendo. La broma no relajó a Heiji que se encogió sobre sí mismo en la silla.- No es una operación de verdad. Es una pequeña intervención sin importancia. Ya has oído lo que han dicho, sólo durará unas horas y podré irme a casa.-
-Dijeron “si todo salía bien”- recordó Heiji. Lucia ocultó una pequeña sonrisa ante los exagerados nervios de su novio. La verdad es que aquel era el primer momento en que se sentía realmente relajada en todo el día. Ni siquiera sentía al odioso presentimiento.
Se inclinó hacia delante y miró a Heiji.
-No te preocupes. Todo irá bien- le aseguró. Heiji la miró fijamente y Lucia le tendió una mano que él atrapó al instante.- En unas horas todo habrá terminado. Y todo estará bien.- Le apretó la mano y Heiji asintió. -¿Tú estarás bien?- Heiji volvió a asentir, muy serio y sin dudar.- Bien-.
Todo estaba bien. Por fin todo encajaba y parecía que el día estaba a punto de acabar de un modo lo bastante bueno como para desear que llegara el día siguiente.
Era extraño pero Lucia sentía una triste alegría que pesaba sobre ella y a la vez la hacía sentir ligera. Una felicidad culpable que nunca había sentido con esa intensidad. Supuso que sería algo normal dada la situación y evitó centrarse en ella.
Cuando se despertara por la mañana, todo volvería a ser normal y sería casi como si ese día no hubiese existido.
Se acercó a Heiji y le besó con suavidad. La dulzura natural de Heiji entró en ella y sirvió para mandar lejos todos los pensamientos desagradables.
Entonces, Lucia oyó una tos encima de su cabeza.
Cuando miró hacia arriba, una enfermera distinta a la anterior pero también rubia y de tez tersa como la seda le devolvió una mirada un tanto severa.
-¿Habéis terminado?- les preguntó.- Con los formularios- Lucia le tendió la carpeta. La enfermera comenzó a revisarla mientras chasqueaba la lengua.- Sabéis que si seguís así es posible que pronto nos veamos de nuevo.- Lucia ignoró el comentario y vio a Heiji desviar la mirada, avergonzado.- Está todo bien. Acompáñame-
Los dos se pusieron en pie a la vez pero la enfermera levantó una mano en dirección a Lucia.
-Sólo ella- dijo.- Tú puedes esperar aquí-
-¿No puede venir conmigo?-
-Los padres sólo pueden entrar en los partos. En este otro procedimiento, la política de la clínica es que se queden fuera.- Con cada comentario el tono de la enfermera iba volviéndose más duro y cortante, sonaba incluso severo. Lucia supo que sería imposible discutir nada con ella, así que se despidió de Heiji que prometió esperarla hasta que saliera.
-Tardaré varias horas- le dijo.- Sería mejor que te fueras a casa a dormir. Yo puedo volver sola a casa.-
-Ni hablar- dijo Heiji con firmeza. La cogió la mano y le dio un ligero apretón. Lucia sonrió y sólo le soltó cuando empezó a alejarse.
Siguió a la enfermera fuera de la sala de espera y en silencio. Entraron por un pasillo amplio e iluminado por intensos fluorescentes y del que Lucia no podía ver su fin.
Siguió los pasos de la mujer y según se alejaba sola y se iba acercando a la habitación donde realizarían la intervención, Lucia captó como las voces de la sala de espera se iban apagando poco a poco y la temperatura iba bajando cuanto más se adentraban en aquel pasillo. Alcanzaron unos relucientes ascensores que dejaron atrás y la luz empezó a decrecer. Se iba volviendo tenue pues la mayoría de bombillas estaban apagadas o parpadeaban.
Cada vez había más silencio pero por fin, la enfermera se detuvo y la indicó que pasara por una puerta que tenían a su derecha. Daba a una estancia blanca, con una camilla y una cortina extendida. Había algunos armarios también y un ventanuco que sólo mostraba el cielo nocturno.
-Quítate la ropa y espera aquí dentro. El doctor llegará enseguida para examinarte.- Lucia asintió y la enfermera salió a toda prisa sin dejarle hacer ninguna pregunta.
Lucia respiró hondo y empezó a desnudarse.
Se quitó el uniforme y las medias y lo dejó todo sobre la camilla. Decidió dejarse la ropa interior hasta que alguien llegara. En aquella sala hacia mucho más frío que en el resto de la clínica y sentía la piel de gallina por todo su cuerpo.
Se cubrió el torso con los brazos en un intento de sentir menos el frío, pero no resultaba muy eficaz. El frío le provocaba un cosquilleo desagradable en el estomago, así que se sentó de un salto en la camilla y empezó a balancear las piernas.
Hasta el suelo era de un blanco resplandeciente que parecía prometer soluciones fáciles y esperanzas abrumadoras. Lucia cogió un montón de aire y lo soltó de golpe mientras se frotaba los brazos.
De pronto, su falda vibró.
Buscó entre la ropa y descubrió que había olvidado dejarle el móvil a Heiji. En la pantalla aparecía el nombre de Rumi y Lucia se preguntó qué querría a esas horas. Estuvo a punto de colgar y apagar el móvil, pero en un impulso respondió.
-¿Qué pasa Rumi? Ahora no puedo hablar-
-Lucia-chan- no era la voz de Rumi.- Por fin te oigo…- era la voz pastosa y titubeante de la chica de la discoteca.
-¿Chizu?-
-Soy yo-le dijo.- Quería hablar contigo. Es muy importante, Lucia-chan.-
-Es que ahora mismo no es un buen momento, estoy… bastante ocupada- intentó explicar Lucia pero oyó una especie de gemido que sonaba a queja al otro lado del teléfono.
-Es muy importante. Me he dado cuenta de algo muy importante y tenía que decírtelo.- Lucia suspiró inquieta.
-¿De qué se trata?-
-He decidido ir ahora mismo a ver a mi padre y le voy a decir: “Papá ¿Por qué no te gusto?”- Lucia sacudió la cabeza.- Porque he pensado que no es justo. Todos los demás hombres pueden despreciarme si quieren pero mi padre no. Él no. No está bien. Los padres deberían querer a sus hijos pasé lo que pasé ¿No crees?- Lucia guardó silencio pero Chizu insistió.- ¿No lo crees, Lucia-chan? ¿No crees que un padre siempre debería querer a su hijo?-
-Supongo…- respondió a media voz. Sintió un latigazo en el estomago que casi le hizo dar un respingo.-… supongo que sí. Siempre que estén preparados para eso.-
-¡Claro! ¡Yo no pedí venir a este mundo!- exclamó Chizu. Se calló unos instantes.- Gracias Lucia-chan, eres muy buena amiga. Voy a colgar… creo que Rumi está saliendo del baño. Adiós- Y Lucia oyó un golpe, como si el móvil hubiese caído al suelo.
Ella colgó y dejó el teléfono sobre su ropa después de apagarlo.
Se quedó mirándolo con las palabras de Chizu rondándole hasta que dio un golpe con la mano en la camilla y de un salto se puso en pie. Seguía teniendo frío y nadie aparecía por allí.
¿A qué estaban esperando?
Empezó a pasearse por la habitación frotándose el vientre sin darse cuenta.  Cuando fue consciente de lo que hacía apartó la mano de golpe y se cruzó de brazos.
El cosquilleo era cada vez más intenso. En esa habitación seguía bajando la temperatura cada segundo que pasaba, así que Lucia se cubrió con la camisa del uniforme mientras se acercaba a la puerta para echar un vistazo.
Antes de que llegara a rozar el pomo oyó voces.
-Otra menor…- dijo una de las voces. Escuchó que alguien chasqueaba la lengua y Lucia pensó que se trataba de la enfermera rubia tan borde.
-¿Y qué?- dijo otra voz.
-Pues que yo conozco a muchas mujeres que no pueden tener bebés y por aquí no paran de pasar crías que se deshacen de ellos con toda la calma del mundo.- explicó la enfermera.- Ya sé que unas niñas como éstas no serían buenas madres, pero podrían tenerlos y darlos en adopción para la gente que no puede tenerlos. Eso sería mucho mejor en mi opinión.-
-No nos pagan para dar nuestra opinión- replicó la otra voz.- ¿Está lista la chica? Pronto vendrá el médico para “deshacerse del bebé”-
-¡Pero es cierto! ¡Otro pobre bebé que no nacerá!-
Pasaron caminando por delante de la puerta y Lucia logró ocultarse a tiempo para que no la vieran.
Se apoyó en la pared y escuchó las voces alejarse.
La respiración se le aceleró por el miedo a que la descubrieran y de pronto notó una arcada. Se llevó una mano a la boca y trató de respirar despacio. El estomago había comenzado su, ya bastante habitual, danza de las nauseas.
-No, para- susurró Lucia.- No me hagas vomitar ahora- Y sintió una nueva arcada, mucho más fuerte que le obligó a cerrar los ojos.- Basta, basta. Ya está bien. Esto no es justo. No sería una buena madre, ya lo has oído.- Otra arcada que casi la obligó a doblarse.- Oye, esto me gusta tan poco como a ti pero… - y entonces, Lucia captó su imagen en el ventanuco y se le cortó la voz.
¿Qué estaba haciendo? ¿Con quién estaba hablando?
 
Atravesó el pasillo en penumbras a toda velocidad hasta pasar los ascensores, siguió caminando haciendo un ruido horrible con sus zapatos y por fin vio la luz de la sala de espera. Llegó a la puerta, pero no se detuvo. Siguió avanzando sin aminorar su marcha y cruzó la sala de espera en pocos segundos.
Se plantó ante la salida después de dejar atrás el mostrador de recepción y salió a la calle. El frío la recibió y por una vez lo agradeció. Caminó aún unos cuantos metros hasta que vio la luz del letrero de la clínica extinguirse.
Entonces se detuvo. Se paró y se dedicó a recuperar la respiración mientras miraba hacia el suelo y se cubría el vientre con las manos.
No tardó en oír que pasos apresurados se acercaban a toda velocidad y una voz decía su nombre.
Heiji llegó corriendo, cargando con su bolso y su abrigo en las manos y con una profunda mirada de desconcierto.
-No he podido hacerlo- dijo Lucia antes de que Heiji le preguntara.-No he podido. Estaba sentada en ropa interior y estaba tranquila pero me ha llamado Chizu y me ha preguntado que si no pensaba que los padres debían querer siempre a sus hijos…-
-¿Quién es Chizu?-
-Y después las enfermeras… no dejaban de decir la palabra “bebé”. Yo no había pensado en él como un bebé, yo sólo pensaba en una célula o algo así. Algo sin importancia pero cuando han empezado a hablar sobre bebés me he imaginado uno. Y después tenía ganas de vomitar, llevo todo el día con ganas de vomitar y yo nunca vomitaba antes… y he pensado que a lo mejor era el bebé que me hacia vomitar porque era su manera de decirme que no le gustaba lo que estaba haciendo. Y a mí tampoco me gustan cosas que han hecho mis padres y nunca me han escuchado…-
Se detuvo cuando volvió a estar sin respiración. La cabeza le daba botes, como si palpitara con fuerza. Se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos con fuerza.
-No puedo matarle, Heiji- dijo al fin.- Ya he hablado con él, no puedo… lo siento.- Se atrevió a levantar la vista pero no supo interpretar la mirada de Heiji.
Esperó que le dijera algo, pero simplemente ladeó la cabeza y se acercó a ella para cubrirla con su abrigo.
-Está bien- le dijo. Lucia estaba demasiado nerviosa así que le apartó con un leve empujón.
-¡No está bien!- exclamó.- ¡¿Qué voy hacer ahora?! ¡Mi padre me matará! ¡Él se volverá loco!-
-No, no lo hará. Tu padre te quiere y lo entenderá- La agarró de los hombros y la miró muy serio.- Se lo explicaremos y tendrá que aceptarlo ¿De acuerdo? Lo más importante es que estaremos los tres juntos, pasé lo que pasé.-
Lucia quiso creer en lo fácil que parecía cuando Heiji lo decía así. Pero le sonaba a fantasía.
En cualquier caso, lo único que tenía claro en esos momentos era que no podía deshacerse del bebé. Así que fuera como fuera, había llegado el momento de enfrentarse a su padre.
Y si había llegado el momento de que su padre la viera tal y como era en realidad, tenía que enfrentarlo.
Se apoyó en Heiji, agotada mientras asentía con la cabeza. Heiji la rodeó con sus brazos.
-Tranquila, todo irá bien- le susurró. Igual de seguro de lo que ella estaba cuando le había dirigido esas mismas palabras un rato antes.- Vamos, te llevaré a casa. Descansa esta noche y mañana hablaremos con él.-
-No- dijo Lucia.- Tengo que decírselo hoy. Mañana podría echarme atrás otra vez.-
-Bueno, igualmente te llevaré a casa-
-Él no estará allí-
 
Bueno, visitantes. Sólo faltan dos para saber cómo acabará todo esto.
Hasta otra.^^