¡Hola queridos lectores! Hoy voy a dejaros un cuento de Helen Buckley, una historia que me encanta por lo relacionado con mi profesión, que es Educadora Infantil. Espero que os haga reflexionar y que os guste =)
Una vez el pequeño niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.
Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.
Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de empezar, y ella esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores. ¡Qué bueno! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.
Pero la maestra dijo: - Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una flor roja con un tallo verde. El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.
Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer algo con barro. ¡Qué bueno! pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.
Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de comenzar y luego esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a moldear un plato. ¡Qué bueno! pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños.
Pero la maestra dijo: -Esperen, yo les enseñaré cómo y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato. -Aquí tienen, dijo la maestra, ahora pueden comenzar. El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.
Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.
Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer.
Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo: ¿No quieres empezar tu dibujo? Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer? No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra. ¿Y cómo lo hago? - preguntó. Como tú quieras contestó. ¿Y de cualquier color? De cualquier color dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo? Yo no sé, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.
A veces no nos damos cuenta de que no dejamos a los niños ser ellos mismos, no les damos la oportunidad de mostrar su manera de ver el mundo y de sacar fuera toda esa creatividad que tienen. ¿Por qué las cosas tienen que ser como nosotros creemos que son? Si le damos la oportunidad a un niño de mostrarnos lo que es capaz de hacer ahora, quién sabe lo que ese niño será capaz de hacer cuando sea adulto.
¡Comentad si os ha gustado!
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lunes, 29 de julio de 2013
miércoles, 24 de julio de 2013
¡Hola queridos lectores! Hoy vengo a dejar una cosilla, pero no para vosotros, y os preguntaréis ¿Para quién? Pues resulta que un día como hoy, hace 24 añitos, nació una persona a la que he tenido la suerte de conocer. Y que mejor que desearle un día genial por medio de este blog que hemos creado juntas.
¡Feliz cumpleaños Ayi!
Me alegro de que un día hace ¿Cuántos? ¿Catorce años? nos diera por quedar y por hablar de frikadas varias. Desde que éramos unas niñas hemos compartido algo que nos apasiona a las dos, leer y escribir. Así que agradezco a este hobbie no solo haber llenado un montón de tediosas horas y de haberme permitido dejar volar mi imaginación, sino haber logrado que te convirtieras en una gran amiga con quien poder compartir todo esto, con quien poder sentirme a gusto y con quien poder llevar a cabo un montón de cosas que sin ti no me hubiera atrevido hacer.
Gracias por esas risas, por esas historias, por esos momentos, por estar siempre ahí con tus consejos, por haberme hecho sentir en esos años de dura adolescencia que no estaba sola en mis locuras mentales. Gracias por todo. Te deseo lo mejor este día y siempre, sabes que te quiero como amiga y que te admiro por lo que eres capaz de hacer con un boli en la mano. Espero sinceramente que todo lo que sueñas se haga realidad porque te lo mereces, por tu constancia, tu ilusión y tus ganas de aprender y de hacer las cosas bien.
¡Qué tengas un cumpleaños genial y que lleguen muchos más juntas!
Lyra
domingo, 21 de julio de 2013
Sigo Aquí
¡Feliz domingo
musical, Visitantes del Blog!
Hoy comparto con
vosotros una canción de mi cantante español favorito: Alex Ubago. ¿Quién habría
pensado que entre Lyra y yo, yo sería la primera en poner una canción en
español? Jajaja. Esta canción aparte de ser genial, forma parte de la banda sonora de la que es mi película de Disney favorita: El Planeta del Tesoro.
Supongo que todos en
algún momento de nuestras vidas nos hemos sentido un poco incomprendidos,
solos, como si nadie pudiera entendernos o no quisieran hacerlo. Te sientes un
bicho raro y no me refiero solo a ese estado horrible que es característico de
la adolescencia, sino a cuando te sientes invisible aún estando rodeado de
muchas personas que se preocupan más por sus cosas y no se dan cuenta de que
estás ahí. Aunque supongo que es normal que según vas creciendo y haciéndote
adulto, te sientes menos así.
Espero que os guste y
si no habéis visto la peli o no conocéis nada de este cantante, os estáis
perdiendo grandes cosas.Hasta la próxima melodía, Visitantes. ^^
Sigo Aquí
By
Alex Ubago
Soy la pregunta del
millón
siempre la interrogación
no respondas que sí porque sí
Y qué, qué podrías tú decir
si yo no te voy a oír
No me entiendes
Y nunca seré lo que esperas de mí
Jamás ya me vas a conocer
Niño y hombre puedo ser
No me uses y apartes de ti
Y di como alguien aprendió
Lo que nadie le enseñó
No me entiendes
No estoy aquí
Y yo sólo quiero ser real
Y sentir el mundo igual
Que los otros,
Seguir siempre así
¿Por qué yo tendría que cambiar?
Nadie más lo va a intentar
Y no entienden
Que sigo aquí
Y tú ves lo que ellos nunca ven
te daría el cien por cien
me conoces y ya no hay temor
YO mostraría lo que soy
Si tú vienes donde voy
no me alcanzan
si eres mi amigo mejor
Que sabrán del mal y bien
Yo no soy lo que ven,
todo un mundo durmiendo
y yo sigo soñando, ¿por qué?
Sus palabras susurran mentiras
que nunca creeré...
Y yo solo quiero ser real
Y sentir el mundo igual
que los otros, por ellos, por mí
¿Por qué yo tendría que cambiar?
nadie más lo va a intentar
estoy sólo
Y sigo aquí
Sólo yo
Estoy aquí
Sigo aquí…
Sigo aquí…
siempre la interrogación
no respondas que sí porque sí
Y qué, qué podrías tú decir
si yo no te voy a oír
No me entiendes
Y nunca seré lo que esperas de mí
Jamás ya me vas a conocer
Niño y hombre puedo ser
No me uses y apartes de ti
Y di como alguien aprendió
Lo que nadie le enseñó
No me entiendes
No estoy aquí
Y yo sólo quiero ser real
Y sentir el mundo igual
Que los otros,
Seguir siempre así
¿Por qué yo tendría que cambiar?
Nadie más lo va a intentar
Y no entienden
Que sigo aquí
Y tú ves lo que ellos nunca ven
te daría el cien por cien
me conoces y ya no hay temor
YO mostraría lo que soy
Si tú vienes donde voy
no me alcanzan
si eres mi amigo mejor
Que sabrán del mal y bien
Yo no soy lo que ven,
todo un mundo durmiendo
y yo sigo soñando, ¿por qué?
Sus palabras susurran mentiras
que nunca creeré...
Y yo solo quiero ser real
Y sentir el mundo igual
que los otros, por ellos, por mí
¿Por qué yo tendría que cambiar?
nadie más lo va a intentar
estoy sólo
Y sigo aquí
Sólo yo
Estoy aquí
Sigo aquí…
Sigo aquí…
viernes, 19 de julio de 2013
¡Hola queridos lectores!
Hoy por fin traigo el desenlace de la historia El Certamen, espero que os guste y sino, siempre podéis dar vuestros motivos =)
Lo último que habíamos leído fue a Lizbeth confesándole a Alex que no podía seguir allí debido a que sentía que traicionaba a su padre. ¡Veremos que opina Alex de esto!
Hoy por fin traigo el desenlace de la historia El Certamen, espero que os guste y sino, siempre podéis dar vuestros motivos =)
Lo último que habíamos leído fue a Lizbeth confesándole a Alex que no podía seguir allí debido a que sentía que traicionaba a su padre. ¡Veremos que opina Alex de esto!
Alex
apretó la mandíbula y frunció el ceño.
-Ya
veo-se encogió de hombros-eres libre de marcharte cuando quieras, pero no me
gustaría que te fueras con una impresión equivocada de mí.
Lizbeth
le miró sin entender.
-Fue Darren
quién amañó el certamen, yo no tuve nada que ver y me quedé tan sorprendido
como tú al no oír el nombre de tu padre como ganador, pero ya no podía hacer
nada, el jurado estaba comprado y no iban a cambiar su voto.
Lizbeth
tardó unos segunos en procesar todo lo que Alex estaba diciendo. El pueblo
entero le había creído culpable durante meses, le había insultado, excluido y
despreciado. ¿Por qué nunca había dicho nada? ¿Por qué no había contado la
verdad?
-¿Por
qué no lo dijiste antes?
Alex
negó imperceptiblemente con la cabeza, como si todo estuviera claroy hablar no
tuviera sentido.
-Daba
por hecho que a estas alturas no me creías capaz de algo así-Alex apartó la
mirada-está claro que me equivocaba.
Lizbeth
sintió que las mejillas se le teñían de rojo.
-Bueno
yo…realmente no sabía…-no se le ocurría de qué forma excusarse-Pero ¿y el
pueblo? ¡Todo el mundo sigue pensando que eres un…!-se detuvo a tiempo de decir
algo que pudiera herirle.
-¿Un
bastardo sin sentimientos?-terminó Alex con una media sonrisa-¿Y qué puedo
hacer yo? No tengo manera de demostrar nada y la gente tiende a creer lo que
quiere creer. Y por supuesto es más fácil pensar que el solitario y excéntrico
Alexander Mayfair ha comprado al jurado del certamen para arruinar los sueños
de un viejo inventor por el simple placer de hacerlo. En ningún momento se les
pasaría por la cabeza que el carismático y atractivo Darren haya podido hacer
algo así solo para concederle el premio a la chica con la que se acuesta.
Lizbeth
se sentía abrumada por todo aquello, y también por el hecho de que Alex había
perdido completamente la compostura y no estaba acostumbrada a verle así.
-Áex…
lo siento, no tenía ni idea…-la verdad es que no había nada que pudiera decir
para disculparse.
-Alex
levantó una mano para indicar que no hacía falta que siguiera.
-No
importa, ahora ya lo sabes-cogió de nuevo el periódico que había estado leyendo
antes de que Lizbeth le interrumpiera y caminó hacia la puerta. Antes de llegar
a esta se dio la vuelta y dijo-puedes despedirte de Brandon cuando quieras.
Lizbeth
se quedó sola en las estancia sin saber qué hacer. Caminó sin darse cuenta
hasta la cocina en busca de Brandon. Después de pedirle al niño que la
acompañara, los dos se sentaron en los escalones de la entrada de la casa.
Brandon
no entendió por qué tenía que marcharse.
-Tu tío
está molesto conmigo y no le falta razón-explicó Lizbeth-creí algo muy malo de
él y estaba equivocada.
-Pues
pídele disculpas-era realmente enternecedor lo sencillo que resultaba todo en
la mente de los niños-él no puede saber lo arrepentida que estás si no se lo
dices.
Lizbeth
sonrió con ternura al niño, pero no estaba convencida. El sexto sentido del
niño pareció avisarle de esto porque continuó con sus sencillos argumentos.
-Dile
que ahora que le conoces sabes que es muy bueno y que te gustaría quedarte con
nosotros-le explicó Brandon como si fuera él quien estaba hablando con un niño
pequeño-Seguro que mi tío aun cree que quieres irte, y es una tontería que
hagas algo que no nos gusta a ninguno de los tres cuando sería tan fácil pedir
perdón.
Solo un
niño de apenas diez años podía pensar que pedir perdón era algo fácil. Pero Lizbeth
tuvo que admitir que tenía razón en todo lo que estaba diciendo.
-Creo
que voy a hacerte caso-sonrió Lizbeth abrazando al pequeño, quien sonrió
satisfecho.
[-----------------]
Lizbeth
encontró a Alex en la terraza, apoyado en la balaustrada y mirando las
estrellas, ya que hacía un rato que había anochecido.
-Creí
que ya te habrías marchado-dijo Alex sin mirarla.
-No me
hubiera ido sin despedirme de ti-aseguró invadida por la timidez.
-Alex
se giró y la miró. A Lizbeth le pareció que tenía los ojos más oscuros que de
costumbre.
-¿Has
venido a despedirte, pues?-preguntó frunciendo el ceño.
Lizbeth
tragó saliva y se acercó más a él.
-En
realidad no. He venido a disculparme contigo-antes de que Alex pudiera
interrumpirle Lizbeth continuó-Me han encantado estos meses que he pasado junto
a Brandon…y junto a ti. Me he dado cuenta de que eres un gran hombre y de que
te juzgue mal. Todos lo hemos hecho. Creemos que lo sabemos todo de alguien
solo por su apariencia o por su actitud y no nos molestamos en indagar en lo
que hay más adentro de las personas. Emitimos juicios sobre gente que no
conocemos. Y nos equivocamos. Yo me he equivocado contigo. Y lo único que puedo
esperar ahora es que me perdones y me permitas seguir dándole clases a Brandon…y
poder seguir conociéndote a ti…si tú quieres.
En
medio de toda aquella confesión Lizbeth no había podido soportar la presión de
su mirada y había desviado la vista al cielo y había comenzado a tocarse el
pelo. Había tratado de ser sincera pero aun así tenía miedo de la reacción que
pudiera tener Alex. Al mirarle se dio cuenta de que éste estaba sonriendo.
Levantó una mano y cogió el mechón de pelo castaño que Lizbeth tenía entre los
dedos.
-Me
alegro de que tu impresión sobre mí haya cambiado-dijo suavemente-y estoy
seguro de que a Brandon le encantará saber que te quedas-hizo una breve pausa y
acentuó aún más su sonrisa-aunque no tanto como a mí.
Lizbeth
sonrió.
Ambos
se sorprendieron bastante cuando le dieron la noticia a Brandon y éste ni se
inmutó. Parecía tener claro que Lizbeth no iba a marcharse.
Pocos
meses después salió a la luz que Darren había sido el culpable de todo aquello,
pero pocos fueron los que se disculparon con Alex. La gente no suele admitir
sus errores muy a menudo. Pero a Ále no le preocupaba. Tenía a su lado a las
únicas personas cuyas opiniones le importaban.
Y colorín colorado... Espero que os haya gustado ^^
Decir que esta historia surgió de una pequeña tarea que me mandaron en una asignatura. Teníamos que elegir algún cuento o pelicula para niños y coger la idea principal para escribir algo y elegí una pelicula de Disney que siempre me ha gustado mucho: La Bella y La Bestia.
Así que moraleja: Antes de juzgar...intentar conocer a la persona que tenéis enfrente =)
lunes, 15 de julio de 2013
¡Hola queridos lectores! Traigo la continuación de "El certamen" Muchas gracias a los que comentaron, y espero que les siga gustando la historia =)
Fueron
pasando los días, y lejos de que esto aplacara a la gente, ésta sentía aun más
aversión por Alex. Llegó un momento en el que el joven director no podía apenas
salir de su casa sin que le llovieran los insultos o fuera víctima de las
gamberradas de los adolescentes del pueblo.
Pronto
la gente se acostumbró a no verlo caminar solo y taciturno como siempre solía
hacer. Algunos pensaron que se había marchado definitivamente del pueblo.
Después
de varios meses llegó el verano. La gente ya había olvidado el incidente del
certamen, si bien no Lizbeth ni su padre.
Como ya
no contaban con el dinero del premio, Lizbeth se había visto forzada a buscar
un trabajo. Contestó a un anuncio en el que se precisaba una profesora de
literatura que pudiera acudir al domicilio para impartir clases a un niño de
nueve años. No tardaron mucho en enviarle una respuesta diciéndole que estaba
contratada.
Lizbeth
acudió a la dirección que venía en el anuncio, un gran caserón alejado del
pueblo. Se sintió cohibida cuando caminó hacia la puerta y llamó golpeando ésta
suavemente con los nudillos. Enseguida se oyeron unos pasos acercándose por el
rellano y Lizbeth no pudo contener su sorpresa cuando el joven director del
certamen, Alex, le abrió con el ceño fruncido y semblante serio.
-Pase
señorita Welford-dijo Alex haciéndose a un lado para dejarla pasar.
-Gracias
señor…Mayfair-contestó Lizbeth aun sin saber cómo tomarse aquello.
-Por
favor, llámeme Alex-dijo el hombre con semblante serio.
“¿Por
qué me mira así?”pensó Lizbeth “Si alguien debería estar enfadada aquí, esa soy
yo”
Lizbeth
se fijó en que Alex llevaba puesta la parte inferior de un traje negro y una
camisa del mismo color arremangada hasta los codos, lo que le daba un aspecto
más desenfadado del que pretendía con la expresión de su rostro.
-Mi
sobrino saldrá en un momento-comentó Alex guiándola hasta la sala de estar.
Lizbeth
se sorprendió al oír aquello. No tenía ni idea de que Alex tuviera ningún
sobrino. Ni hermanos, primos, ni ninguna clase de pariente. Era obvio que no había nacido de un huevo,
pero nunca se había imaginado a aquel joven en un entorno familiar.
El
ruido de una puerta interrumpió sus pensamientos y al girarse vio lo que
parecía una versión en miniatura de Alex, solo que con expresión alegre y
confiada. También vestía el pantalón de un traje oscuro y llevaba camisa, pero
de color blanco y dos tallas más grande de lo que le correspondía.
El niño
se acercó a Lizbeth sonriendo y le
tendió la mano.
-Mucho
gusto en conocerla señorita Welford-Lizbeth le estrechó la mano entre
confundida y divertida ante los implacables modales del muchacho que miraba a
su tío en busca de una señal de aprobación.
Cuando Lizbeth
se dio la vuelta hacia Alex, le sorprendió ver que éste estaba sonriendo y miraba al niño con una expresión entre
cariñosa y orgullosa.
Lizbeth
se autoconvenció de que había sido producto de su imaginación y se centró en lo
que había venido a hacer.
-Igualmente
señorito… -Lizbeth no tenía ni idea de si aquel niño era un sobrino por parte
de alguna hermana de Alex o de un hermano, con lo que no tenía ni idea de con
qué nombre dirigirse a él, pero el muchacho enseguida acabó la frase por ella
al ver su indecisión.
-Mayfair-dijo
orgulloso-Brandon Mayfair, pero llámeme Brandon.
Lizbeth
asintió.
-Bien Brandon,
empezaremos cuando tu tío lo considere oportuno-dijo tratando de ser correcta y
mirando a Alex, quien ya tenía su habitual expresión de “Acércate y te muerdo”
“Esa le
pega mucho más” pensó Lizbeth satisfecha.
Alex
les condujo hasta una pequeña salita repleta de libros. Había una mesa no muy
grande en el centro y dos sillas de color negro.
-Dentro
de un rato el servicio os traerá algo para comer-informó Alex saliendo de la
estancia sin dar más explicaciones.
Por
suerte Brandon parecía estar cómodo con la situación y enseguida pasó a
explicarle a Lizbeth todas las preguntas que ésta no se había atrevido a
formular en voz alta.
Resultaba
que “el servicio” era una mujer entrada en años y en carnes que se encargaba de
que todo estuviera en orden. Se metía demasiado en la vida de los dos Mayfair
de la casa, comportándose más como abuela y madre que como asistenta, pero
llevaba tantos años en la familia y lo hacía todo con tan buena intención que Alex
se lo consentía todo.
En
aquella pequeña salita era dónde el tío de Brandon le enseñaba todo lo que
sabía; modales, cálculo y sobre todo literatura, que era su gran pasión. Pero
hacía tiempo que Alex había pensado que al niño le vendría bien una nueva
compañía y tener un referente femenino en la casa que no se preocupara solo de
que engordara, como era el caso de la asistenta.
Aquellas
charlas con Brandon se convirtieron en costumbre y según pasaban las semanas Lizbeth
pasaba más horas al día en la casa e iba conociendo más a su dueño a través de
su parlanchín sobrino, que le idolatraba. De esa forma supo que los padres de Brandon,
el señor y la señora Sullivan, habían muerto en un accidente de tráfico tres
años atrás y al quedarse Brandon con su tío, éste le puso su apellido en honor
a su hermana fallecida, y lo había criado desde entonces.
Al ver
lo bien que estaba su sobrino con Lizbeth, Alex le pidió que siguiera dándole
clases y jugando con él el resto del año a la salida del colegio de Brandon, a
lo que Lizbeth aceptó gustosa, ya que ella también disfrutaba de la compañía
del pequeño, y últimamente tenía que admitir que también disfrutaba la de Alex,
quien a veces se sumaba a sus tardes de estudios y charlas, aunque normalmente
era un espectador silencioso.
Cuando Brandon
comenzó a ir a la escuela en septiembre, Alex empezó a invitarla algunas
mañanas a la casa para charlar, y en poco tiempo Lizbeth se dio cuenta de que
lo había juzgado mal. Cuando le conocías te dabas cuenta de que detrás de esa
fría armadura había un hombre inteligente, responsable, cariñoso y atento. Lizbeth
disfrutaba en verdad estando con él, pero no lograba olvidar lo sucedido en el
certamen hacía ya un año.
Una
tarde en la que Brandon estaba ayudando al ama de llaves a preparar la
merienda, Lizbeth aprovechó para acerarse a Alex con semblante serio. Éste
pareció darse cuenta de la preocupación en la cara de Lizbeth porque dejó el
periódico que estaba ojeando y la miró con expresión interrogante.
-¿Ocurre
algo Liz?-hacía ya tiempo que habían empezado a tutearse aunque en la cabeza de
Lizbeth él siempre había sido solo Alex y nunca el señor Mayfair.
Lizbeth
se armó de valor y con los ojos cerrados dijo:
-No
puedo seguir dando clases a Brandon…ni viniendo a esta casa.
Alex
asintió con la cabeza aun sin entender nada.
-Emm…
Como quieras. ¿Puedo saber si has tenido algún problema?
La
calma y la educación de Alex le sacaba de sus casillas.
-No
puedo seguir trabajando con el hombre que tiró por tierra los sueños de mi
padre-confesó Lizbeth sin poder contenerse más-siento que le estoy
traicionando.
¿Confíáis en Alex? ¿Creeis que Lizbeth debería marcharse? ¡Comentad que es gratis!
domingo, 14 de julio de 2013
¡Hola queridos lectores! Hoy es domingo de análisis, así que os traigo un sueño que tuve hace unas semanas para que deis vuestra opinión y me digáis que puede significar. Ayi ya ha expuesto su teoría. ¿Estáis de acuerdo con ella?
Ayi
y yo salimos a dar una vuelta por Madrid como tantas otras veces, es lo que
tiene ser de posición humilde, que lo de dar paseos es un plan recurrente. De
repente nos adentramos en una cueva que tiene unos raíles en los que varios
adolescentes están haciendo cola como si fuera el parque de atracciones. Y la
atracción en cuestión es básicamente un tronco con ruedas en el que te tienes
que tumbar y luego sale disparado a toda mecha por los raíles. (patente en
marcha ¬¬)
No
sé muy bien por qué a Ayi y a mí nos parece una genial idea lo de subir, así
que ahí vamos como unas valientes y cada una monta en un tronco mortal de esos.
El troncomóvil se pone en marcha y gritamos durante un rato hasta que aminora
la velocidad (sí Ayi, lo siento, pero tú también gritas. Mis sueños, mis
normas) Empezamos a pasar por una especie de centro comercial en el que solo
hay establecimientos de comida extraña. Las dos empezamos a sentir hambre, nos
apeamos de nuestros respectivos troncomóviles…y no vemos nada que podamos
soportar comer. Vemos con aprensión que hay puestos de insectos y de carne
rara…Hasta que me da por dejar a Ayi un poco atrás y aventurarme tras una
esquina. Entonces con la misma ilusión que una niña el día de Reyes llamo a mi
amiga.
-¡Ayi
mira, mira!-cuando Ayi llega a mi lado se le ilumina la cara.
-¡Un
Starbucks!- no es que seamos adolescentes snobs ni mucho menos, pero somos algo
adictas a los frapuccinos de chocolate y ver uno de estos establecimientos
entre tanta comida vomitable…
Corremos
como locas hasta llegar al mostrador y pedimos bebida y comida, todo de
chocolate.
Después
de engullir todo a una velocidad propia de un sueño, salimos por una
puertecilla y aparecemos en un parque oscuro, poco transitado, pero que por
suerte contaba con una boca de metro, lo que prueba mi teoría de que en Madrid
hay bocas de metro por todas partes. (Nuestra salida de escape habitual cuando
nos perdemos por la capital). Y llegamos sanas y salvas a casa.
Analiza
esto y dime que no es una llamada a gritos de uno de nuestros paseos por Madrid
que hace tanto que no damos.
Y hasta aquí mis incoherencias mentales. Ahora vamos a leer que ha sacado Ayi en claro. Tanto si estáis de acuerdo con ella como si no, podéis opinar.
¡Aquí está Ayi! ¡Dispuesta a analizar todo lo
que sea analizable y a demostrar que para esto no es necesario ser un
psicoanalista consumado!
De todos modos, Lyra, no era necesario que me lo
dieras ya medio analizado (lo digo por esa última frase) ¡Ten un poco más de
confianza en mí! Yo solita podría haber llegado a esa conclusión.
En fin, veamos qué más puedo sacar de aquí.
Está claro que este sueño es una especie de
prolongación del anterior en el que buscabas hacerte con modelitos para el
verano. En este, ya vestida y divina de la muerte, estás buscando planes para
las vacaciones.
Analicemos el primer párrafo ¿Una cueva con
raíles y llena de adolescentes hacia una atracción? ¡Facilismo! Quieres que nos
cojamos el metro y vayamos al parque de atracciones para pelear con un montón
de críos en esas colas interminables ¿verdad?
Continuemos. Lo siguiente es un tanto
incomprensible ¿Te sorprende que nos subamos a la atracción? ¡Pero sí ya
habíamos hecho la cola! Pero sí que es interesante que tú te montes como una
valiente... creo que tu inconsciente te está diciendo que la próxima vez que
vayas a un parque tienes que subirte a todas las montañas rusas que veas ¡Es un
deseo reprimido, claramente!
Si me permites un consejo, en lugar de patentar
esta atracción el troncomovil (por
cierto, míralo porque creo ese nombre ya esta pillado) igual deberías patentar
ese nuevo concepto de complejo de ocio: el parque de atracciones con centro
comercial incorporado. Con starbucks ¡Claro! Que seguro que lo petas. Pero
evita incluir lo de los puestos de comida con insectos y carne en mal estado
que luego nos vienen las denuncias.
¿Por qué había un parque oscuro a la salida del
starbucks? ¿No sería un parking? Las palabras se parecen... de aquí lo único
que he sacado en claro es que las bocas de metro (que ciertamente crecen como
setas por Madrid) parecen haberse convertido en elementos de seguridad para ti.
No soy tan experta en la simbología freudiana como tú, querida Lyra, pero yo
buscaría en tu diccionario a ver qué significa.
Al menos tenemos un final feliz.
Hasta aquí mis dotes de interpretación ¡Espero
que te haya ayudado!
Gracias por tu interpretación Ayi, siento decirte que mi genial atracción del troncomóvil no oculta ningún deseo reprimido sobre querer subirme a una de esas abobinables atracciones a las que pretendes que me suba. La lanzadera fue mi límite.
Para todos los demás os doy vía libre para comentar. ¡Hasta la próxima!
jueves, 11 de julio de 2013
El certamen
¡Hola queridos lectores! Hoy me me paso por aquí para dejar el comienzo de una pequeña historia que espero que os guste.
EL CERTAMEN
EL CERTAMEN
Era
Otoño. Montones de hojas de diferentes colores cubrían suelo húmedo. El
ambiente era oscuro y algo triste, como
si la ausencia del sol hubiera silenciado las voces y los ruidos.
Lizbeth
corría hacia la casa de su padre para refugiarse de la incesante lluvia.
Siempre se olvidaba el paraguas en casa, a pesar de dejarlo junto a la puerta
para verlo al salir.
Cuando
abrió la puerta se encontró a su padre, ya entrado en años pero ingenuo como un
niño, enfrascado en sus bocetos en el escritorio de su despacho.
-¿Algo
nuevo papá?-preguntó Lizbeth alegremente. A ella el otoño no le entristecía,
muy al contrario, le encantaba salir a la calle y pasear bajo el cielo gris que
siempre amenazaba lluvia.
-Sí
pequeña-su padre jamás dejaría de llamarla pequeña, aunque ante sí tuviera ya a
una hermosa mujercita de pelo castaño y grandes ojos que lo miraban con
reproche fingido-El sábado demostraré a todo el mundo que soy un gran inventor.
El
sábado era el gran día que tanto tiempo llevaban esperando. Se celebraba la
entrega de premios del concurso “Inventores de ahora”. Su padre había
conseguido un merecidísimo primer premio, y el sábado lo harían público en la
plaza del pueblo. Era algo muy importante para ellos, ya que él mérito de su
padre nunca había sido reconocido y ahora después de toda una vida, por fin
veía los frutos de todo su esfuerzo.
Lizbeth
sonrió dulcemente a su padre y se acercó para darle un beso en la frente.
-Yo
siempre he sabido que eran un gran inventor, papá-aseguró antes de subir las
escaleras en dirección a su cuarto.
[-----------------------]
El
sábado el padre de Lizbeth salió temprano de casa y sin despertar a su hija. No
le importaba que ella no fuera a la entrega de premios, para su hija siempre
había sido un ganador.
Sin
embargo Lizbeth se despertó sobresaltada al escuchar el sonido de la puerta de
casa al cerrarse, y cuando comprendió que se había quedado dormida se apresuró
a vestirse para llegar a tiempo a la entrega de premios. Quería estar al lado
de su padre ahora que por fin se lo tomaban en serio. Ese día era importante
para él y no iba a dudar en acompañarlo.
Sintió
un gran alivio cuando llegó a la plaza del pueblo donde se celebraba el certamen
y vio que éste aun no había dado comienzo.
El
director del certamen se hallaba sentado en una silla negra al lado del
escenario, apenas nadie reparaba en él. Y no es que lo hicieran normalmente,
Alex era un hombre serio y reservado que no era muy apreciado por sus vecinos.
Tenía unas formas algo rudas y apenas hablaba con nadie.
En
contrapunto a la postura distante del director, el ambiente en el resto de la
plaza era de revuelo. Normalmente no tenían mucho que celebrar y cualquier
excusa era buena para armar una fiesta. Todo el mundo murmuraba excitado,
haciendo sus apuestas y aprovechando para comer y beber con sus vecinos.
Solo el
director del certamen y sus participantes sabían ya los resultados, y tenían
prohibido comunicárselo a nadie hasta el día de la entrega oficial de premios.
Subido
en la tarima y con un aire jovial y despreocupado Darren presentaba el
concurso. Era un joven apuesto y seguro de sí mismo que se manejaba en los
escenarios como si hubiera nacido en uno. Cuando vio a Lizbeth entre el gentío
la guiñó un ojo con aire pícaro, a lo que Lizbeth puso los ojos en blanco y
giró la cabeza. La molestaban
sobremanera sus atenciones. Se creía que con su deslumbrante sonrisa podía
tener cualquier cosa que deseara. Pues bien, ella no iba a ser una de esas
cosas. Su extrema arrogancia no compensaba su atractivo.
Por fin
el certamen dio comienzo. La multitud quedó en silencio y Darren tomó todo el
protagonismo. Después de unas cuantas bromas y de dar el tercer y el segundo
premio por fin llegó el momento tan esperado.
Era el
turno de dar el primer premio y Lizbeth se mordía el labio nerviosa buscando a
su padre con la mirada, pero no lograba localizarlo.
Darren
se llevó el micrófono a los labios y con una gran sonrisa se dispuso a decir el
nombre del ganador. Todo el mundo estaba expectante y nada más que prestaban
atención al escenario.
-Y el
primer premio de “Inventores de ahora” 2010 es para… ¡La señorita Anne Andrews!
Lizbeth
ahogó el grito de júbilo al oír el nombre. ¿Andrews? ¿Qué clase de broma era
aquella? El ganador era su padre y así se lo había hecho saber el jurado hacía
unos días. Tenía que haber algún error.
El
público vitoreaba contento, ajeno a aquél malentendido. Una chica alta y
pelirroja había salido de entre la multitud y había subido a la tarima para
recoger el cheque de las manos de un despreocupado Darren. La chica lucía una
ensayada sonrisa y saludaba a sus vecinos con una mano.
“No
tiene pinta de haber inventado nada” pensó Lizbeth “Ni siquiera tiene pinta de
saber leer.”
Alex parecía
haber salido de su ensimismamiento y miraba hacia la tarima con el ceño
ligeramente fruncido, pero ni siquiera se molestó en levantarse.
Lizbeth
por fin divisó a su padre subiendo a la tarima con la cara roja de indignación.
Se acercó a Darren, quien le sacaba una cabeza, y se encaró a él.
-¡Esto
no es posible! ¡Tiene que haber cometido un error!-el presentador del certamen
se limitó a mirarlo con lástima y a encogerse de hombros.
-Yo
solo soy el presentador, amigo.
El
padre de Lizbeth, sin ser consciente de lo cerca que estaba del micrófono,
profirió en gritos:
-¡Esto
es una desfachatez! ¡El jurado me nombró ganador hace días! ¿¡Qué clase de
broma pesada es esta!?
El
público, al escuchar aquello, comenzó a murmurar, y luego a quejarse. Más por
tener un motivo por el que crear polémica que porque realmente les importara
quien ganara o perdiera ese certamen.
Poco a
poco comenzaron a insultar al director del concurso, ya que como realmente a
nadie le caía bien, era una oportunidad perfecta para dejarle en evidencia.
Alex,
con seguridad y semblante tranquilo, como si no oyera todos los insultos que
iban dirigidos a él, se acercó al micrófono.
-El
certamen ha finalizado, pueden marcharse-dijo quedamente.
La
gente se fue dispersando poco a poco al ver que allí ya no iba a suceder nada
más, pero se fueron farfullando y maldiciendo al director.
Continuará...
¿Intrigados? ¿Qué habrá pasado con el premio? ¿Habrá alguien detrás de todo esto o se trata de un simple error? Si queréis saberlo seguir entrando al blog y pronto tendréis la respuesta ¡Comentad!
miércoles, 10 de julio de 2013
El Retorno de los Dragones
¡Buenos días,
Visitantes!
Hoy retorno del abismo
más profundo de aburrimiento y calor para traeros la reseña de El Retorno de los Dragones, la primera entrega de la trilogía: Crónicas de la Dragonlance, que fue escrita por Margaret Weiss y Tracy Hickman.
Weiss y Hickman fueron,
junto con muchos otros, creadores de esos famosos juegos de Rol de Dragones y
Mazmorras (¿Habéis jugado alguna vez? A mí me habría gustado probar, pero me
han faltado amigos frikis como yo) y fue
a partir de las mismas partidas que ellos jugaban con sus amigos que
escribieron esta trilogía, convirtiendo sus personajes de rol en los
protagonistas de innumerables aventuras.
Esta historia se
desarrolla en el universo de Krynn. Y como toda aventura de dragones y mazmorras
que se precie, comienza en una posada. Allí es donde se reúne un viejo grupo de
amigos que se separaron cinco años atrás para investigar la desaparición de sus
antiguos dioses y, al mismo tiempo, la aparición de una nueva religión
defendida por unos clérigos que se hacen llamar "Los buscadores".
Nuestro grupo de
protagonistas se compone de 6 miembros: Tanis el semielfo, Flint el enano, Tas
el Kender, Sturm el caballero, Caramon el robusto y fuerte guerrero y su
hermano gemelo Raistlin, un mago de aspecto frágil y misterioso. Mientras los
amigos recuerdan viejos tiempos, aparecen dos forasteros por la posada, una
princesa de la tribu de las llanuras llamada Goldmoon y su acompañante,
Riwerwind. Estos personajes son portadores de una extraña vara de cristal azul
con poderes ocultos y que es buscada en todo Krynn.
Cuando un ejército de
goblins aparece para hacerse con la vara por orden de los Buscadores y atacan a
la pareja, el grupo de Tanis se lanza en su ayuda y todos juntos se ven
obligados a huir de la ciudad, internándose en un viaje a través del continente
y sus múltiples territorios, superando miles dificultades y asistiendo, sin
saberlo, al estallido de las guerras que en secreto se han estado fraguando en
su hogar donde intervienen todas las razas que allí habitan y también los
dragones que han regresado a Krynn.
Vamos, una historia de
aventuras en toda regla ¿A quién no le gustaría? ¡A mí sí!
Este universo de
caballeros, elfos y magos al más puro estilo Tolkien me ha encantado. En
especial porque los autores trabajaron mucho en la construcción de la historia
anterior de esta tierra, sus mitos y sus leyendas y todos esos detalles hacen
que la historia parezca tan real que me dio la impresión de estar leyendo sobre
un sitio que realmente había existido.
La historia, al ser sólo
la primera parte de una trilogía, sólo acaba de comenzar en este primer
volumen, y me parecía que hasta los personajes transitaban por ella
reaccionando a lo que ocurría sin tener muy claro cuál era su verdadero destino.
Así que estoy deseando saber lo que pasa a continuación.
Sólo hay un par de
cosillas que no me terminaron de encantar... Los capítulos eran, en su mayoría,
demasiado cerrados. Casi como mini aventuras que empezaban y terminaban, así
que nunca te quedabas con esa intriga que te obliga a seguir leyendo aunque
sean las 3 de la mañana y te caigas de sueño.
Además, cuando el libro
comienza la mayor parte de protagonistas ya se conocen de haber vivido juntos
otras aventuras y de hecho, en ciertas partes hacen referencia a tales hechos
¡Pero no te los cuentan! Así que me dejaban con la curiosidad de saber cómo se
conocieron, qué otras cosas vivieron juntos. Por suerte, los autores ya
pensaron en esto y escribieron muchos otros libros donde recogían estas
anécdotas perdidas ¡Uf, menos mal!
¿Y qué puedo decir de
los personajes? De todas las reseñas que llevo (Sí, ya sé que sólo llevo
tres...) ésta ha sido la vez que más me ha costado entregar el premio al
personaje favorito. Con semejante grupo de personajes... y todos tienen algo
que hace que les cojas un cariño especial de forma individual.
Pero después de mucho
pensar y reflexionar, logré reducir la lista de nominados a 3: Tanis, Raistlin y Tas.
Tanis, el semielfo y líder del grupo. Es casi el protagonista indiscutible y
como la mayoría del libro se narra desde su perspectiva, es del que más datos conocemos
de su vida anterior. Es noble y valiente, y al no ser un caballero al uso como
Sturm, está liberado de esos rígidos códigos de moral y ética que guían a
dichos personajes. Se deja guiar por su corazón y su instinto, en especial
cuando se trata de proteger a sus amigos.
Raistlin... curiosamente, me gusta justo por lo contrario. Es el mago del grupo.
Un joven enigmático cuyo cuerpo ha sido casi destruido por la magia. Su pasado
es un gran misterio, al igual que la fuerza de su lealtad al grupo. Está claro
que oculta algo y que tiene sus propios planes. ¿Qué le voy a hacer? Me encantan los personajes que esconden más
de lo que muestran.
Y por último está Tas, el Kender. ¿Y qué es un Kender?
Pues un Kender es una criatura pequeña, más bajito que un enano y con una
eterna apariencia infantil. Son enormemente curiosos, alocados, intrépidos y a
veces, tan crueles como sólo los niños pueden ser. Tienen la curiosa afición de
tomar prestados objetos de otros por tiempo indefinido. Y, por supuesto, son
increíblemente encantadores. Tas aporta el humor y la inocencia al grupo,
siempre dispuesto a lanzarse el primero a una aventura por peligrosa que sea y
siempre con una sonrisa.
Menudo dilema. En fin,
tras mucho deliberar decidí darle el premio al personaje favorito a...
Por su eterno buen ánimo
que mantiene ya sea cayendo por un abismo o siendo pateado por un apestoso
goblin, Tas nunca pierde su alegría, ni la confianza en sus grandes amigos. No
conoce el miedo y por eso es el único que se atreve a fastidiar a Raistlin.
Pero además, la balanza
acabó decantándose por él y por todos los kenders del mundo porque en uno de
los pasajes del libro conocemos que estos seres tienen una filosofía admirable
que, hoy en día más que nunca, todos deberíamos aplicar a nuestra vida. Tas le
cuenta a uno de sus amigos que en una ocasión le preguntó a su padre por qué
los kenders no eran tan grandes como lo eran los elfos o los humanos y la
respuesta de su padre fue:
Espero que os haya
gustado. Como siempre, podéis comentar lo que queráis. Y si os ha gustado
Dragonlance, no dudéis en visitar Krynn.
martes, 9 de julio de 2013
Microrrelato
Buenas, visitantes:
Hoy os traigo algo nuevo y diferente: un microrrelato.
Veréis, últimamente he estado leyendo sobre los microrrelatos y he descubierto que se trata de un género narrativo muy interesante que como el cuento o la novela, tiene muchos seguidores y ha sido utilizado por muchos grandes autores a lo largo de la historia.
Se trata de textos breves pero que deben ser muy intensos y hacer reflexionar al lector tras haberlos leído. Yo he leído unos cuantos y me han parecido fascinantes porque te obliga a usar tu propia imaginación mucho más que cualquier otro texto narrativo ya que al ser tan breve no suele darte contextos, una historia previa, ni siquiera te presenta los personajes. Es como mirar una fotografía de un momento de una historia aún mayor.
Y como he estado investigando las reglas y las características de estos textos, me he propuesto escribir alguno y compartirlo con vosotros. Aunque al ser el primero, no estará muy bien. Si alguien que lo lea, quiere dejar algún comentario con su opinión recordar esto último.
Bueno ahí va, en primicia, mi primer microrrelato:
Hoy os traigo algo nuevo y diferente: un microrrelato.
Veréis, últimamente he estado leyendo sobre los microrrelatos y he descubierto que se trata de un género narrativo muy interesante que como el cuento o la novela, tiene muchos seguidores y ha sido utilizado por muchos grandes autores a lo largo de la historia.
Se trata de textos breves pero que deben ser muy intensos y hacer reflexionar al lector tras haberlos leído. Yo he leído unos cuantos y me han parecido fascinantes porque te obliga a usar tu propia imaginación mucho más que cualquier otro texto narrativo ya que al ser tan breve no suele darte contextos, una historia previa, ni siquiera te presenta los personajes. Es como mirar una fotografía de un momento de una historia aún mayor.
Y como he estado investigando las reglas y las características de estos textos, me he propuesto escribir alguno y compartirlo con vosotros. Aunque al ser el primero, no estará muy bien. Si alguien que lo lea, quiere dejar algún comentario con su opinión recordar esto último.
Bueno ahí va, en primicia, mi primer microrrelato:
Ahí estaba todo lo
necesario. Podría hacerlo. Las herramientas dispuestas y en su mano: una
cebolla. Grande y redonda.
Pronto sería tarde. El
caldo rebosaba por los bordes de la cazuela de mil comidas. Alzó el cuchillo
para cortar la cebolla. Podía hacerlo. No era difícil.
-Sólo estoy preparando
una sopa para mi familia- se recordó.
Apretó la cebolla y los
labios. Pero ésta acabó cayendo al suelo y su pie la aplastó con violenta
resignación.
-Cenicienta- rugió su
hermanastra.- ¡Serás lenta! ¡Hoy no irás al baile!-
Apretó el cuchillo y los
dientes, una vez más.
<<La
cebolla envenenada>>
Espero que os haya gustado ^^
domingo, 7 de julio de 2013
Ródope y Pies de Loto
¡Calurosos saludos
visitantes!
Ha llegado un nuevo
domingo y nueva lectura. Ya sabéis que yo, Ayi, os traigo a esta sección
versiones desconocidas que fueron el origen de nuestros queridos cuentos
infantiles. Y hoy voy a hablaros de La
Cenicienta porque sé que es el
cuento favorito de alguien muy importante para mí.
Todos conocemos la
historia de Cenicienta, o mejor dicho, conocemos el cuento que Perrault incluyó
en su colección <<Cuentos de mama ganso>> y que después Disney
explotó para hacer su famosa película de
dibujos.
¡Pero no es la única
versión ni mucho menos! Hay muchas otras repartidas por todo el mundo. La que
más se parece a la de Perrault, fue la que escribieron los hermanos Grimm. Sólo
presenta ligeras variaciones como por ejemplo que en lugar de hada madrina, es
una paloma mágica quien le da a Cenicienta los vestidos y los zapatos de oro. Y
digo vestidos, porque, según los Grimm, Cenicienta asiste a tres bailes y no a
uno. Al final del tercero, el príncipe, que había estado con Ceni las tres
noches y no quería que volviera a huir, llena el suelo del castillo de
pegamento (como veis, el príncipe de los Grimm tenía más iniciativa que el de
Perrault, aunque no más inteligencia) y ahí es donde se queda pegado el zapato. El final es un poco más gore que el de
Perrault, pues cuando el príncipe busca a Ceni y llega a la casa de las
hermanastras, éstas llegan incluso a mutilarse los pies para poder ponerse el
zapatito. Por suerte, la paloma avisa al príncipe de la artimaña para que no se
vaya con ellas (de nuevo, podéis ver lo avispado que era este principito) y
acaba casándose con la heroína.
Pero yo me he remontado
mucho más atrás en busca de sus orígenes y de entre las numerosas versiones que
encontré, he decidido relataros las dos que más me han gustado y donde aparecen
varios elementos que después se incluirían en las versiones actuales del
cuento. Espero que os guste.
La primera es, creo, la más antigua y proviene de Egipto.
Erase una vez en Egipto, una
muchacha llamada Ródope.
Ródope había nacido en
Grecia, pero de niña había sido secuestrada por unos piratas que después la
vendieron como esclava a las orillas del Nilo a un egipcio que tenía una gran casa
al otro lado del río cuidada por un número sospechosamente alto de sirvientas.Éste era, a pesar de todo, un buen hombre, si acaso era un pelín perezoso, pues se pasaba los días durmiendo bajo un árbol (motivo por el cual necesitaba tantas sirvientas) y no se daba cuenta de que el resto de siervas eran muy malas con Ródope (Se podría decir que como era la nueva le hacían "mobbing") debido a lo diferente que era a ellas. Mientras que las otras tenían el cabello liso y negro, los ojos castaños y la piel morena; Ródope tenía largos tirabuzones rubios, los ojos verdes y la piel pálida que cada día el sol enrojecía. Por eso todas se burlaban de ella llamándola "mejillas sonrojadas". Pero no os dejéis engañar por lo simple del insulto, aparte de eso, la cargaban a ella con todo el trabajo de la casa y Ródope sólo contaba con el consuelo de la compañía de ciertos animales que vivían junto al río, para los que a veces cantaba y bailaba.
Un atardecer, su amo oyó el canto de la esclava y se despertó. Siguió la dulce melodía hasta la orilla del río y quedó fascinado al ver el modo en que la chica bailaba y giraba de un casi tan ligera como el viento y le gustó tanto lo que vio, que le regaló un par de sandalias muy especiales hechas a mano, de color rojo brillante y la suela de cuero. Como imaginareis, esto no ayudó precisamente a que Ródope ganara popularidad entre sus compañeras.
Un día, llegó a la casa la noticia de que el Faraón estaba de visita en Menfis y que en su honor, se celebraría una gran fiesta a la que estaban invitados todos los habitantes de Egipto. Todas las sirvientes se vistieron con sus mejores galas, incluida Ródope. Pero cuando estaban a punto de partir, las sirvientas celosas engañaron a Ródope y se marcharon sin ella en la última barca, a través del río. La esclava intentó seguirlas, pero sólo consiguió empaparse sus queridas sandalias, así que con tristeza y frustración las puso a secar al sol de la tarde. Cuando de pronto, el cielo se oscureció de golpe y de él salió un majestuoso halcón que descendió en picado sobre las sandalias y se llevó una en sus garras. Ródope se asustó y sólo cuando el pájaro se hubo marchado, se acercó a recoger la otra sandalia.
En Menfis, el Faraón observaba la fiesta desde su trono, muy, muy, muy aburrido. De repente, un halcón entró por la ventana y dejó caer sobre su regazo la sandalia. El Faraón la sostuvo en sus manos, observándola con atención pues sabía que era algo importante, ya que había identificado al halcón como una reencarnación del dios Horus. Por lo que decidió buscar a la dueña del calzado y convertirla en su esposa.
Después de rastrear todo su territorio, embarcó en uno de sus navíos para recorrer el curso del río, parando en cada orilla en la que habitaba alguna doncella. Así fue como llegó a la gran casa de las sirvientas. Éstas reconocieron enseguida la sandalia y obligaron a Ródope a esconderse entre los juncos del río y una a una se intentaron probar la sandalia, sin que ninguna lograra ponérsela. Justo cuando el Faraón se iba, descubrió a la chica que se ocultaba entre los juncos y la pidió que se probara la zapatilla. Ródope no sólo se la probó, sino que también sacó su propia sandalia y al ponérselas, el Faraón anunció que se casaría con ella. Las sirvientas, muertas de envidia, protestaron alegando que Ródope no era más que una esclava y que ni siquiera era egipcia. Pero el Faraón las calló diciendo:
-Es la más egipcia de todas, pues sus ojos son verdes como el Nilo, su cabello tan plumoso como el papiro y su piel tan rosada como la flor de loto.-
Y se casó con ella.
Menuda respuesta ¿Eh?
Para terminar os dejo la
versión china que he encontrado. Espero que os haya gustado este pequeño viaje
a través de la historia de la Cenicienta. Dejadme algún comentario y decidme
cuál es vuestra versión favorita.Nos veremos pronto para desentrañar los orígenes de más cuentos. ¡Hasta la próxima!
Esta versión se
desarrolla en China durante la dinastía T'ang, un período durante el cual un
hombre podía casarse con varias mujeres.
Un hombre llamado Wu
tenía dos esposas y una hija con cada una. Pero una de ellas enfermó y acabó
muriendo de modo que su hijita quedó a merced de la otra mujer, que la odiaba
porque era más hermosa que su propia hija. A espaldas de Wu, la mujer convirtió
a la huérfana en una sirvienta: le arrebató todas sus posesiones y la hacía
trabajar muy duro cada día. Pero no contenta con eso, mientras realizaba todas
las tareas domésticas la obligaba a llevar puestos unos diminutos zapatitos y
con el paso del tiempo, sus propios pies se volvieron increíblemente pequeños;
y por eso todos empezaron a llamarla "Pies de Loto".
Un día en el que Pies de
Loto lavaba la ropa en un estanque, se le apareció un hermoso pez dorado, de
enormes ojos y que podía hablar; por lo que se convirtió en el único y más
querido amigo de la chica. Pero su madrastra lo descubrió y cuando la escuchó
hablando con el pez se dio cuenta de que éste era en realidad la reencarnación
de la madre de Pies de Loto, a la que ella, junto a su fea hija, habían
envenenado para que muriera. Una vez más, esta terrible mujer ideó un plan para
mortificar a su hijastra: a la mañana siguiente se puso las sucias y viejas
ropas de Pies de Loto y acudió al estanque. El pez, creyendo que se trataba de
la dulce huérfana, salió a su encuentro confiado y en cuanto asomó la cabeza
fuera del agua, la madrastra lo agarró, se lo llevó a la casa, lo cocinó y lo
sirvió de cena al resto de la familia.
Pies de Loto se
entristeció tanto al descubrirlo que abandonó la casa en plena noche y regresó
al estanque vacío. Mientras lloraba la injusta muerte de su amigo, apareció una
anciana sabia que dijo conocerla y saber todo lo que había pasado. Le dijo que
volviera a casa y buscara los restos del pez para ocultarlos en un sitio
seguro. Al tratarse de un pez mágico, sus restos también lo serían y si algún
día necesitaba ayuda, lo único que tenía que hacer era pedir un deseo a los
restos y los espíritus lo harían realidad. Pies de loto obedeció y ocultó los
restos de su amigo en un lugar donde ni su madrastra ni su hermanastra pudieran
encontrarlos.
El tiempo pasó y a la
casa de la familia llegó una gran noticia: para celebrar el año nuevo chino se
había organizado una fiesta en el pueblo a la que estaban invitados todos sus
habitantes. Era una fiesta a la que acudirían los mercaderes más ricos del
lugar y las jovencitas vestirían sus mejores ropas con la intención de atraer
la atención de alguno de ellos.
Tanta la madrastra como
su hija se prepararon para tal evento, pero sabiendo que la presencia de Pies
de Loto eclipsaría a su fea hija, la madrastra la obligó a quedarse en casa. Cuando
éstas se marcharon a la fiesta, Pies de Loto pidió ayuda a los restos del pez y
los espíritus respondieron convirtiendo sus harapos en un precioso vestido azul
y adornando sus pies con un par de zapatitos de oro.
Así vestida, Pies de Loto
acudió a la fiesta donde causó sensación entre los jóvenes comerciantes. Por
desgracia, fue tal el revuelo que armó en la fiesta que la madrastra, curiosa,
se le acercó para ver de quien se trataba y no tardó en reconocer a su hijastra.
Cuando Pies de Loto se dio cuenta de que había sido descubierta, echa a correr
tan rápido que en su huida perdió uno de sus zapatitos.
Al llegar a casa el
hechizo se rompió: sus ropas se desvanecieron y los restos del pez
desaparecieron. Pero le quedó el otro zapatito como recuerdo de la fiesta.
El zapatito perdido cayó
en las avariciosas manos de un mercador que pasó días y días buscando a un
comprador digno de tan impresionante calzado. Finalmente, fue el príncipe quien
compró el zapato después de caer fascinado por su belleza y cuando por fin lo
obtuvo, no pudo dejar de imaginar a la gran dama a la que habría pertenecido,
así que se propuso recorrer el país hasta dar con ella.
No tardó mucho en
aparecer en la casa de Pies de Loto preguntando por todas las doncellas que
allí vivían. La madrastra encerró a Pies de Loto en una habitación y presentó a
su hija como la única doncella de la casa. Aunque ésta intentó ponerse el
zapato, su pie era demasiado grande; pero su madre estaba tan desesperada
porque el príncipe eligiera a su hija que le ordenó que se cortara tres dedos,
de modo que el pie por fin le entró en el zapatito. Lógicamente, el príncipe se
dio cuenta del engaño y se marchó.
La estancia de Pies de
Loto en aquella casa era cada vez más insoportable. Sin su madre y sin su amigo
el pez, todo lo que le quedaba era un triste zapatito de oro para recordar
tiempos mejores, así que, una noche se coló en el castillo del príncipe
dispuesta a recuperar el otro. Sin embargo, los guardias la descubrieron y la
llevaron ante el monarca. Ella le explicó que ese zapato le pertenecía, pero él
no la creyó al ver los harapos que vestía, hasta que Pies de Loto sacó el otro
zapatito. Cuando se hubo calzado los dos, sus ropas se transformaron de nuevo
en el vestido azul y el príncipe se enamoró de ella a primera vista y le pidió
que se casara con él. Pies de Loto aceptó y vivió para siempre feliz con su príncipe
en el castillo.
Y como castigo para la
madrastra y su hija por intentar engañar a un monarca, fueron condenadas a
vivir para siempre en una oscura cueva que acabó derrumbándose con ellas dentro
al estallar una lluvia mágica de rocas.
¡Hasta la próxima!
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