jueves, 2 de mayo de 2013

2ª Parte...!!

¡Buenos días, visitantes!
Hoy os traigo la segunda parte de la historia <<Dylan y el hada de la lluvia>>. Espero que os guste (y si os gusta comentad algo, jaja) y recordar que ya se acerca el desenlace del relato, aunque aún tendréis que esperar un poco más.
Si no habéis leído la primera parte, la encontrareis en la sección de Nuestras historias y si ya la habéis leído, corred a leer su continuación:

Parte 2:

Cuando regresó al castillo ya había decidido no contarle nada de lo ocurrido a su madre. Si había algo peor que sus sermones sobre el trabajo duro y la responsabilidad, eran sus charlas sobre la inflexibilidad y la severidad que debía mostrar para hacer que todos los seres del reino le respetaran.
Aunque resultó que tampoco hacía falta que hablara de ello para ganarse una regañina. Su madre estaba realmente furiosa porque se hubiera escapado a “vaguear” por el bosque.
Dylan miró de reojo el maldito espejo que pendía de la pared y deseó romperlo en añicos. Fue una larga conversación (en la que él no pudo participar) y en la que su madre le calificó de desobediente, irresponsable, descuidado, holgazán...
 -¡Ya basta!- exclamó Dylan enfadado.-¡ No me merezco todas estas humillaciones sólo porque...!-
-¡Yo no me merezco tu indiferencia y tu falta de interés por asuntos del reino como es el problema del agua!- respondió Ariadnna.-¡Eres el rey, por amor de Dios!-
-¡Aún no soy el rey!- estalló Dylan.
Se puso en pie de un salto y caminó como si fuera un huracán hacia la puerta y la cerró de golpe con la esperanza de que eso hiciera que se cayera el espejo de la pared y se rompiera, pero no fue así.
Se lanzó sobre la cama de su dormitorio, molesto.
Otra vez ese condenado problema del agua, otra vez los reproches... ¿por qué no podía dejarle en paz? A él no le interesaban esas cosas... y no lo hacía para fastidiar a su madre o por holgazanería, simplemente no quería tener nada que ver con eso.
No quería saber nada de reinos, ni de coronas, ni de deberes.
-¡Dylan! ¡Sal de ahí ahora, aún no hemos acabado!- gritó su madre desde el otro lado de la puerta.
Dylan negó con la cabeza, esa mujer era tan cabezona como él.
Pues no quería seguir hablando de eso. Se levantó de la cama y fue hacia la ventana. La abrió y antes de que su madre comenzara con una nueva retahíla de ordenes, se escabulló por ella.
Bajó con cuidado bordeando la fachada del castillo por los recovecos y cuando estuvo lo suficientemente cerca del suelo y pudo rozarlo con el pie, dio un saltito y echó a correr hasta internarse en el bosque. Por suerte ya había anochecido y el calor había disminuido.
Dylan dejó de correr cuando estuvo bien lejos del castillo. Se apoyó en la corteza de un árbol y suspiró mientras se apartaba el flequillo de la frente con el dorso de la mano.
Deseaba tanto dejar ese lugar para siempre y marcharse a la Tierra... allí estaría fuera de los planes de su madre.
Se deslizó pegado al árbol hasta quedar sentado en el suelo y cerró un instante los ojos.
-¿Ahora tampoco estáis dormido?- dijo una voz delante de él. Dylan abrió los ojos de golpe para encontrarse frente al mismo hada que le había molestado esa mañana.
-¿Qué haces tú aquí?- le preguntó.
-Soy un hada y estoy en el bosque- respondió con sencillez. Dylan desvió la mirada, le daba la impresión de que ese hada siempre le hablaba como intentando dejar claro que era más lista que él. Al ver que no contestaba, el hada empezó a dar golpecitos con su pie desnudo en el suelo.
-¿No tienes nada qué hacer por ahí?- soltó Dylan.- Deseo estar solo-
-Estaréis solo mucho tiempo- murmuró ella con voz seria al tiempo que se acariciaba el pelo. Dylan frunció el ceño... ¿a qué venían esas palabras? - Las hadas somos espíritus libres, no tenemos obligaciones si es a eso a lo que os referís-
-Ojala yo tuviera una vida tan poco complicada- susurró el príncipe. El hada arqueó las cejas y se movió.
-Dais la impresión de estar muy ocupado...- opinó.- ...durmiendo en el bosque...- Dylan no se  molestó en repetir que no se había dormido.
-Tú, hada, no tienes la menor idea de lo que significa la vida de un príncipe y sus obligaciones-
-Pero lo puedo imaginar, Dylan- sonrió ella. Dylan la respondió con una mirada asesina.- Príncipe Dylan- rectificó al instante.
-No, no puedes imaginar nada- contradijo él y se cruzó de brazos.- Todo lo que oigo a todas horas es <<Dylan tienes deberes>> <<Dylan tienes que ser más responsable>>...-
-No tenéis pinta  de querer ser rey. Los reyes tienen tantas y tantas responsabilidades...-
-Pero mi madre no lo entiende- admitió con fastidio, aunque en seguida se arrepintió de haber hablado más de la cuenta.- Pero no es asunto tuyo y no me gusta que me hables con tanta ligereza. No olvides quien soy- añadió levantando un dedo.
-Pues realmente, Majestad, parecíais deseoso de compartir vuestras penas con alguien-  
-No son penas- indicó él.- Y de serlo... no las compartiría con un simple hada-
-Puede que sea un simple hada, pero sé lo que es tener problemas con... otros que esperan demasiado de ti- Dylan levantó la vista.- Quieren que hagas cosas que no deseas hacer o que quizás no sabes si puedes...-
-¡Desde luego que puedo ser Rey!- afirmó Dylan con rotundidad. Sacudió la cabeza.- No, no... lo que yo necesito es una forma de callarle la boca a mi madre- El hada ladeó la cabeza hacía él que permaneció pensativo.- Pero ¿qué podría hacer yo para lograrlo?... tendría que ser algo realmente importante... algo que... que... –
-¿Algo que nadie más puede hacer?- probó ella.
Aquellas simples palabras prendieron una luz en la mente de Dylan que se puso en pie de un salto y los ojos le brillaron por un instante.
-Exactamente eso-

Pasó el resto de la noche pensando. Sabía lo que tenía que hacer y estaba tan excitado por haberlo descubierto que apenas era capaz de dormir. Aunque no tenía ni idea de cómo hacer lo que tenía en la cabeza, a su modo de ver, era más importante el hecho de haber hallado la solución que el hecho de saber llevarla a cabo.
Por suerte, Dylan era muy inteligente (o eso era lo que él pensaba) y en el transcurso de las horas de aquella noche llegó a varias conclusiones. También logró dormir durante cortos intervalos de tiempo y cuando los primeros rayos del sol abrasador despuntaron por su ventana, el príncipe de Azzynor unió en su mente, con asombrosa agilidad, todas las ideas que había en su cabeza y trazó un plan.
Al minuto siguiente salió por su ventana.

-Hada- llamó Dylan tras buscar por todo el bosque. La encontró sentada bajo la escasa sombra de un gran árbol, rozando con las puntas de los dedos la hierba que se iba volviendo un poco más fresca y un poco menos seca gracias a su contacto. Sus ojos se movieron y se levantó para colocarse ante él.
-Príncipe Dylan- saludó ella con una pequeña reverencia.
-Haré que la lluvia vuelva- informó Dylan sin poder resistirse más. El hada levantó la cabeza hacía él, muy despacio, mientras se preguntaba si habría oído bien. La expresión de triunfo de Dylan disiparon sus dudas.
-¿Ah sí...?- murmuró ella con desconfianza. Se cruzó de brazos.- ¿Cómo haréis eso?-
-Con tu ayuda- respondió él.
-¿Qué?- dijo ella.- Príncipe Dylan, yo...-
-Calla y escucha- ordenó él interrumpiéndola.- Verás, he pasado toda la noche pensando en que sería lo más indicado para que mi madre vea que no soy ningún inútil y que si me lo propongo puedo hacer muy bien las cosas. He de admitir que tú llevabas razón: tenía que hacer algo que nadie más pudiera hacer. Y dado que nadie más puede solucionar el problema del agua, seré yo el que lo haga-
-Pero ¿cómo pensáis hacer algo así?-
-Muy fácil. Ningún brujo de Azzynor puede conjurar la lluvia y las hadas tampoco podéis hacer nada...- comenzó a explicar él.-... pero realmente ¿qué hace falta para que llueva en un lugar?- El hada arqueó las cejas sin saber si el príncipe esperaba una respuesta.- ¡sólo nubes!-
-Pero hace mucho que no se ve una sola nube en el cielo de Azzynor- recordó ella.
-Sí, pero hay de sobra en Kazzusun...- dijo Dylan.- Por eso te necesito, si tú usas tus poderes sobre el viento para atraer una nube negra desde Kazzusun yo usaré mi poder para hacer que descargue su agua sobre nosotros-
El hada abrió la boca, pero enseguida la cerró de nuevo. ¿Ese era su gran plan? Lo decía con tanto entusiasmo y convicción que parecía algo infalible, cuando en realidad era una locura.
-¿Habláis enserio?- Dylan asintió.- Pero ¿no se os ha ocurrido pensar que quizás yo no tenga la fuerza suficiente para atraer una nube desde tan lejos? ¿O tal vez que vos no tengáis el suficiente poder para llevar a cabo tan difícil tarea?-.
-Estoy seguro de que mi plan funcionará- afirmó sin un atisbo de duda en su voz o en sus ojos.
-Pues no contéis conmigo- dijo el hada. Dylan la miró sorprendido y confuso.
-¿Qué? ¿A qué te refieres?-
-Pues a que no puedo ayudaros- concretó ella.- Lo lamento, majestad. Pedid ayuda a otro hada con más poder y que esté más cualificada para ser vuestra compañera.-
-Pero nadie querrá ayudarme- replicó Dylan.- Nadie más que tú, las hadas son muy orgullosas, no ayudarán a un brujo aunque sea su Rey...-
-¿Y por qué pensáis que yo lo haría?- le preguntó el hada.- Después de cómo me habéis tratado... no merecéis mi ayuda- Dylan cada vez la entendía menos.
-¿Cómo te he tratado?-
-Como si fuera un ser inferior...-
-Eso no es cierto-
-...alguien que no merece vuestro respeto, ni tiene derecho a hablaros sólo...-
-¡Mientes!-
-...por ser un hada y no una bruja-
-Exageras enormemente. Las cosas no han sido así- El hada sonrió.
-¿Cuál es mi nombre, majestad?-
Dylan se adelantó un paso, pero se dio cuenta de que no lo sabía. Recordaba que ella lo había dicho en algún momento pero no era capaz de recordar cuál era...
La sonrisa del hada aumentó. Hizo una nueva reverencia.
-Buenos días, majestad-
Se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Sabía que él no recordaría su nombre, ya que no consideraba que un simple hada, como él mismo se había referido a ella en varias ocasiones, fuera lo suficientemente importante. Había sido él mismo quien le había preguntado su nombre el día anterior, y ahora no era capaz de recordarlo. Estaba segura de que ni siquiera se había molestado en escucharla.
Estaba a punto de desaparecer cuando oyó pasos tras ella.
-Lilith- dijo Dylan. Ella se detuvo.- Ese es tu nombre ¿verdad? Lilith- El hada se giró hacia él.
-¿Y qué? Eso no es nada ¿debo ayudaros sólo porque podéis recordar mi nombre?- dijo Lilith ofendida. Dylan se rascó la cabeza y avanzó hacia ella. Relajó su mirada y por un instante creyó que Dylan había dejado de mirarla desde su pedestal de príncipe y la observaba casi como a una igual.
-Supongo que no-le respondió.- Pero... sé que tú entiendes lo que me pasa con mi madre y por eso creo que sí deberías ayudarme- Desvió la mirada un momento y luego volvió a fijarla en los oscuros (ahora sorprendidos) ojos del hada.- y porque lo siento... lamento mi comportamiento- Se acercó más a ella y una sonrisa sinuosa y algo burlona apareció en su rostro.- Jamás volveré a olvidar tu nombre-
Lilith sostuvo su mirada aunque deseaba parpadear por la sorpresa . Aquel ingenuo príncipe se pensaba que podía intentar seducirla como si fuera una humana para lograr que hiciera lo que él quería. Pobre chico. En contadas ocasiones las hadas habían abandonado a su pueblo por sentir realmente algo por un humano. Y por muy atractivo que fuera ese chico, no despertaba en ella ningún tipo de sentimiento. Y era realmente guapo... tenía unos ojos provocadores y grandes de color verde apagado que casi rozaban el gris entrecerrados y fijos en los de ella. Su pelo oscuro se movía débilmente por el leve viento que pasaba entre ellos. El resto de sus rasgos eran serios y firmes, y sin embargo le daban cierto aire travieso e infantil. Aunque también denotaban orgullo y presuntuosidad. Lilith tuvo que admitir, al menos ante sí misma, que se sentía algo abrumada por tenerle tan cerca y sentir el calor de su cuerpo.
Levantó las manos y las plantó sobre el pecho de Dylan para darle un empujón apartándole de ella.
-Os ayudaré si no volvéis a usar esa mirada de chico misterioso y encantador conmigo- concedió.
-¿Piensas que soy encantador?- preguntó Dylan sonriente.- Tienes buen ojo, Lilith-
Ésta sacudió la cabeza, pero decidió no darle más vueltas a ese tema.
Dylan le explicó lo que quería que hiciera y acordaron encontrarse justo en el centro del bosque, en un gran claro, para llevar a cabo el plan.
Dylan regresó al castillo más contento de lo que había estado hacía mucho tiempo. Lilith regresó a su casa, sin saber si estaba haciendo lo correcto.

¿Qué os ha parecido?
Sólo quedan unos días para revelar el gran final y saber si Azzynor logra salvarse del asfixiante calor y si el gran plan de Dylan funcionara.
¡Hasta la próxima!

2 comentarios:

  1. Hola!^^
    Me ha encantado! Este Dylan...
    Pobre Ariadnna, lo que tiene que aguantar. Si yo tuviera un hijo así...pero hay que reconocer, que es cierto, los dos son igual de cabezones!
    En cuanto a Lilith, no he podido evitar sonreír cuando le ha vuelto a preguntar si estaba durmiendo, el pobre se está ganando una fama! Jajaja, y menudo pillín está hecho!
    Sacando su sonrisita misteriosa para conquistarla...¡buena jugada, Dylan!
    Ya sólo me queda el desenlace! A ver si su plan funciona, espero que sí, porque si no, no se me ocurre como pueden hacer llover...
    Un saludo!:)

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  2. Holas!!!
    Gracias por tu comentario tan largo! me encantan!^^ jaja
    La verdad es que Dylan va mucho a la suyo, pasa un poco de los deberes de ser rey pero vendo el reino deshidratado que se le viene encima ¿Quién no lo haría? Su mami esta un poco de los nervios, pero en fin...
    Ademas no pasa nada, Lilith esta ahí para ponerle las pilas, que le tiene calado!
    Me alegro un monton de que te este gustando mi histo, la escribi hace mucho tempo y no la ha leído demasiada gente. Y también espero que el desenlace no te decepcione.
    Gracias por pasarte! ^^

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