Estoy
en una especie de calabozo de piedra con otros muchachos, no tengo ni idea de
por qué, el caso es que nos tienen prisioneros y pretenden matarnos de hambre,
hace ya tiempo que no nos traen nada para comer aunque al principio sí lo
hacían ¿será la crisis?
Uno
de los chicos descubre en una parte de la pared de piedra una especie de hueco
por el que sale comida, pero no cualquier comida no, chocolatinas, bolsas de
patatas, refrescos… e investigando un poco averiguamos que detrás de la piedra
hay dos máquinas expendedoras. ¿Qué hacían allí? Ni idea, porque no pegaban
mucho, pero el caso es que gracias a eso conseguimos sobrevivir hasta que un
día logramos escaparnos. ¿Cómo? Ni idea tampoco, solo sé que de pronto estaba
corriendo como nunca en la vida real en dirección a una estación de trenes.
Pero
tengo mala suerte porque justo el tren que voy a coger tarda una eternidad en
abrir sus puertas y una de mis perseguidoras, toda vestida de blanco y con un
importante parecido a la perseguidora de Melanie en “The Host”, me atrapa.
De
ahí paso a estar corriendo en un centro comercial con mi perseguidora y una
nueva que se había unido a ella pisándome los talones. Hasta que vete a saber
por qué, a mí me entran unas irrefrenables ganas de comprarme unas sandalias. Y
entro a una zapatería en la que lógicamente mis dos perseguidoras me arrinconan,
pero todavía no me apresan no, porque deciden venirse de compras conmigo, y
mientras tanto vamos charlando. Llega un momento en el que incluso creo que me
han cogido cariño, la perseguidora de “The Host” se ha transformado ahora en
alguien conocido mío de la que omitiré el nombre. Estamos discutiendo las tres
si dejarme libre o no, todo esto mientras me pruebo pantalones, así con calma.
En
un acto tan ruin como el de Judas me apresan de nuevo y me llevan hasta su
morada, otro planeta que está a tomar viento fresco a la derecha. Aquí mi
perseguidora vuelve a ser la rubia de blanco de “The Host”. De nuevo jugamos al
ratón y al gato y hasta encuentro a uno de mis compañeros de celda pero más
crecidito y vestido como si estuviéramos en una guerra espacial, que igual lo
estábamos y yo no me había enterado con tanto ir de compras. Los dos juntos
vamos por ahí combatiendo hasta que topamos con un enemigo de los duros y con
un hábil chantaje emocional le volvemos de nuestra parte y llegamos a una
explanada donde pega el sol como si fuera pleno agosto y hay cientos de trampas
para ratones gigantes, solo que aplastados en ellos hay bebés, sí todo muy
turbio. Mi subconsciente, al que le estoy muy agradecida, decide omitir las
vísceras y la sangre y lo único que veo es como piel derretida, tampoco es que
sea muy agradable pero podía ser peor. Y ahí me despierto.
Adelante,
opinad sobre lo que esconde mi enfermo subconsciente.
Enfermo subconsciente ¿Eh? Ahora vuelvo con eso.
Antes me gustaría agradecerle a Lyra su maravillosa
interpretación de mi terrible pesadilla de los zombies. Hay quien dice que
aquello fue una excusa para llamarme egocéntrica REPETIDAMENTE, pero he
decidido no hacer caso a esos comentarios dada mi naturaleza bondadosa.
Bien, ahora empezaré con tu subconsciente enfermo.
Tras una lectura rápida y superficial de este
interesante sueño se me ocurren, a bote pronto, dos preguntas: ¿Qué cenaste
antes de irte a dormir? Y ¿Y qué estabas viendo mientras cenabas? ¡No! No me lo
digas. Lo adivinaré usando mi capacidad, más que entrenada, para hurgar en la
mente de la gente y llegaré al fondo de esto.
Y para lograrlo, vayamos por partes, como en su día
sugirió un tipo bonachón conocido como Jack "el destripador".
La primera escena del sueño resulta inquietante de
por sí: la pobre Lyra, encerrada con un grupo de extraños en un calabozo,
seguramente sin haberle hecho nada a nadie. Lo más extraño es que os tengan
encerrados en un calabozo cuyas paredes de piedra son más bien de papel (porque
si no ya me dirás tú como unos chicos que llevan días sin comer han conseguido
hacer un agujero) y que además están revestidas por el otro lado de maquinas
expendedoras. Eso sugiere que os ha secuestrado el empleado descontento de una
tienda de ultramarinos sin casa propia ¿Te preocupa haber enfadado a algún
tendero, Lyra?
Después de días de cautiverio y cuando más débiles
estáis, hacéis un agujero y os atiborráis a chocolate, bolsas de patatas y
chuches varias. Creo que eso responde a la pregunta de lo que cenaste antes de
dormir.
Entonces, la fortuna os sonríe y conseguís escapar,
pero inmediatamente empiezan a perseguirte (aquí podría decir que alguien se
cree muy importante... pero no lo haré). Te persiguen por un centro comercial
(lo cual explica lo de las maquinas expendedoras... sí, eso debe ser importante)
pero tú logras hacerte amiga de tus perseguidoras y las convences de que es
mejor ir de compras que matarse a correr persiguiéndote. Pero ellas cambian de
opinión y te llevan a su extraño planeta de gente con ropa futurista e
insoportable calor... ¡Un momento! ¡Ya lo tengo!
Está muy claro... en tu interior más profundo se
está gestando una terrible preocupación. Todo parece indicar que tu mayor temor
en estos momentos es sí podrás renovar tu armario para este verano, por eso
sueñas que te persiguen mientras intentas comprar ropa en un lugar donde hace
mucho calor. Te inquieta no tener dinero suficiente y esas mujeres de blanco,
seguramente, representan a la gente del banco que intenta quitarte la tarjeta
cuando vas a usarla, y lo peor es que ya ves tan cerca el verano que todo el mundo utiliza su ropa nueva excepto tú.
Comentad libremente sobre el sueño y dad vuestra propia interpretación de este, y si creéis firmemente que la versión de Ayi es correcta, pues vais haciendo un bote para renovar mi armario y hacerme feliz. ¡Hasta la próxima!
No hay comentarios:
Publicar un comentario